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Los cinco mejores momentos de Mad Men

Publicado el 19 mayo 2015 por Srinterrogante

Aviso: contiene spoilers
Mad Menha llegado a su fin. Pocas series han empezado con tan poco, han crecido con tanto esfuerzo y se han llegado a convertir en lo que la serie de Mathew Weiner es hoy en día: un referente. De estilo, de conducta y de forma de vida. También en la propia ficción ha conseguido crear escuela, con unos personajes llenos de matices, personalidad compleja y diálogos memorables, cuyos ideales se ven amenazados continuamente por las fuerzas de un mundo que no deja de tentarlos.
Parece justo y necesario reconocer, al menos apuntar, lo que esta serie ha significado para muchos de nosotros a través de una lista de los mejores momentos de la producción de AMC.
Los cinco mejores momentos de Mad Men

5. Ketchup


Pasamos mucho tiempo hablando de estilo en Mad Men pero poco hablando de publicidad. Un espectador ávido puede, tras un par de temporadas de la serie, identificar con facilidad los departamentos de una agencia, las funciones de cada uno de ellos, el proceso de creación de un spot y la importancia de los contactos en el business.
Una vez interiorizado todo esto, las presentaciones se convierten en algo irremediablemente místico, erótico. No solo por ver a Don Dreaper en acción: al igual que la ficción americana nos presentó antes a abogados, deportistas o policías como parte imprescindible de nuestro imaginario, Mad Men supo adaptar esa atracción de lo lejano, de lo americano, también a la publicidad. Entre todas, nos quedamos con este momento con Ketchup Heinz. Cuando el plástico cae y el logo se descubre, un cosquilleo similar a retirar el plastiquito de un teléfono móvil nuevo recorre tu espalda.
Los cinco mejores momentos de Mad Men

4. Best things in life are free


La música es algo esencial en Man Men. Tanto para marcar ambiente y época como para ahondar en la capacidad de evasión o en la personalidad de los personajes. Este momento musical destaca por lo distinto al resto y por proporcionar un final digno de su surrealismo de oficina a Bert Cooper.

3. Why I’m quitting tobacco


Un indudable pilar de Mad Men: los cigarrillos. Fruto de la ambientación, en una época en la que los riesgos de esta adicción eran menos conocidos, fumar resulta el común denominador de todos los personajes de la serie.
Precisamente por ir en contra de este hábito y de quien fuese el titán empresarial de la agencia en las primeras temporadas, Lucky Strike, la carta que Don escribe como jugada empresarial contra estos es abrumadora. Por su sinceridad, lo poderoso de sus palabras y por ver a Dreaper confesándose: otro placer, ver la debilidad del semi dios.

2. LSD


La manera de conseguir el éxito en el cortejo forma parte de un milenario secreto cuyas claves aún no están claras. Pero nadie niega que al macho alfa le beneficia una figura cercana, algo menos atractiva pero más desenfadada, para que se refuerce su personalidad altiva y esta destaque. Lo que viene siendo un colega, tu wing man. Salir con Don Dreaper sería mucho más aburrido si no viniese Roger Stearling. Mad Men también.
Roger representa lo absurdo, ese personaje atrapado entre muros de oficina, que a pesar de tener la llave de la puerta en la mano (su personalidad) no se atreve a abrir por miedo a que el whisky haya desaparecido a su vuelta. Podríamos haber cogido cualquiera de sus frases, o el capítulo en el que intenta sacar a su hija de una comuna hippie, pero la vez que experimentó con LSD es un momento gloriosamente difícil de olvidar. 

1. El final que podría haber sido.


Si han seguido la serie hasta el último capítulo, puede que todavía estén luchando contra ustedes mismos para adivinar si el final les gusta o no. Por supuesto un final no sentencia una serie, pero ese capítulo que deja todo tan bien atado parece destinado a otros espectadores. Si pudiese, me quedaría con el último plano del capítulo anterior: Don Dreaper sentado en una parada de autobús mirando al infinito. Sencillamente, un capítulo más. Con sorprendentes revelaciones por parte de nuestros personajes más queridos, pero que no representan un final, sino un punto y seguido, una especie de pacto de que Dreaper seguirá recorriendo el país, Betty luchará hasta el final y Campbell será feliz por fin, aunque no podamos verlo.
En cambio, han querido endulzarlo todo como una Coca Cola Cherry y se han olvidado de algo que es imprescindible. Y es que AMC no es HBO, Wiener no es Gillian y Don no es McNulty ni Soprano. Precisamente por esto la despedida debería ser un apretón de manos y no un abrazo, algo que nos recuerde que aunque siempre hemos sido grandes compañeros de aventuras, nunca habíamos sido amigos y tampoco nos conocíamos tan bien. Todos firmes y serios, cada uno vuelve a su trabajo, a su vida real, el sol sale. Nos despedimos agradeciendo la noche y asumiendo que esta ha terminado. 
Los cinco mejores momentos de Mad Men

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