Revista Cine

Los clásicos modernos acaban con el glamour y apuestan por la decadencia

Publicado el 04 junio 2014 por Cineinvisible @cineinvisib

La última ceremonia de los Oscars confirmó, con dos elementos que en principio  podían haber pasado desapercibidos, el fin del reinado del glamour de las estrellas del cine actual. Un repartidor de pizzas con su irrupción en la gala de los Oscars, y Brad Pitt o Meryl Streep comiendo una porción en la ceremonia, sellaron, junto al selfie masivo de los intérpretes más en boga, que el glamour pertenecía al siglo pasado.Hoy la tendencia es la proximidad mediática de las estrellas (foto en twitter durante el rodaje, por ejemplo, o después de la ducha, en el mejor de los casos), su cercanía con un público que huye de la sala ante productos cada más repetitivos y una sensación de cierta decadencia que, ya los grandes clásicos del cine de autor contemporáneo, David Cronenberg, Jean-Luc Godard, Jim Jarmusch o Paul Schrader, por ejemplo, habían expresado en sus últimos realizaciones.MS1En un divertido juego entre realidad y simulacro, el empleo de actores procedentes de otros medios o en plena caída (figurada o real) es la primera de las características visibles de la nueva tendencia. Paul Schrader abrió el baile el año pasado con The Canyons, en una historia de un productor de serie B y una actriz pasada de moda, interpretados por un actor porno, James Deen (con un visible talento para su especialidad pero, quizás, no tanto para otros géneros), y la “desesperada” Lindsay Lohan (ante su talante interpretativo sobran cualquier tipo de comentarios).CA7David Cronenberg también se apuntó a la tendencia en Maps to the stars, con la genial interpretación de Julianne Moore en Cannes 2014 (premiada en el festival, aunque en esta sensacional cosecha había otras opciones más convincentes, y reconociendo que ella una de mis preferidas) en el papel de una actriz que empieza a acumular años y perder confianza en sí misma.MS2En el mismo registro no puede haber género más decadente, surgido del romanticismo del siglo XIX, que el de los vampiros, escogido como marco para la estética y lírica, Sólo los amantes sobreviven, del inspirado Jim Jarmusch (con Tilda Swinton y Mia Wasikowska, que también repite con Cronenberg).MS3La segunda característica de esta nueva forma de presentar el cine actual es el abandono de las capitales habituales, lugar originario por comodidad, medios y tradición del cine, para alejarse y conquistar pequeñas provincias o ciudades más humildes: Tánger y Detroit para los vampiros de Jarmusch, Nyon (Suiza) en el caso de Godard o la ciudad decadente por excelencia, Hollywood, de Cronenberg y Schrader.SA3Otro elemento de esta asumida decadencia sería el final de las estructuras culturales, económicas o sociales, habitualmente establecidas, los maravillosos planos de inmensos complejos de exhibición cinematográfica, cerrados hace tiempo al público, decrépitos y al abandono, sin actividad alguna, en The Canyons. CA3Incluso la destrucción del funcionamiento de la pareja actual que da lugar a combinaciones numéricas múltiples en la mencionada película de Schrader o que, metafórica y hasta literalmente, sirve para salvar a los protagonistas de los únicos amantes que sobreviven de JarmuschSA2Y por fin, lo más chocante e inhabitual para los que estábamos acostumbrados a una cierta distancia estética respecto de las “estrellas de cine”, una tendencia escatológica marcada en todos estos consagrados autores del cine actual. Desde la imperiosa necesidad de comer, excusa perfecta para uno de los mejores momentos de Sólo los amantes sobreviven, a la explícita visión de escenas en los servicios sobre las necesidades fisiológicas, incluyendo los  sonidos que acompañan. SA4Razón, ésta última, por la que cinco actrices, mínimo, rechazaron el papel de Julianne Moore y que Jean-Luc Godard en Adieu au Langage reproduce en tres ocasiones con sus intérpretes humanos y, hasta una vez, con el perro protagonista del film.  AL1Una nueva tendencia, confirmada por una pizza, con un cierto gusto de provocación, fruto de nuestra época mediatizada y esdrújula, en lo que lo más difícil, al final, resulta practicar la elegancia y discreción. Aun así, lo que nos siguen dudando nuestras estrellas del siglo XXI…


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