El periódico EL PAÍS ha publicado un reportaje en el que denuncia que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha clonó un polideportivo y lo reprodujo más de cien veces sin que su autor lo supiera.
Por favor: Antes de seguir leyendo esta entrada leed el reportaje. Clicad aquí.
Sí. Me espero. Leedlo sin prisa.
¿Ya lo habéis leído? Pues sigamos.
El reportaje, que sobre ser de denuncia también es un poco de recochineo hacia los castellano-manchegos (sí, amigos: Don Quijote, los molinos, lo paletos que son los alcaldes...), es -a mi juicio- pésimo, y de un amarillismo y de una mala calidad periodística antológicos.
(¿Y lo de la burbuja inmobiliaria a qué viene?).
Si el autor del libelo se hubiera tomado la molestia de preguntar a los técnicos de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y de informarse bien (y de ser crítico con ellos; no quiero decir que les hiciera la ola) habría tenido bastante material para hacer un buen reportaje, muy interesante y aleccionador, de una de las actuaciones de las que más orgulloso se ha sentido durante años (y con razón) el gobierno de Castilla-La Mancha.
Lo primero, y para que quede claro antes que nada: Yo hice uno de esos clones, y quedó muy bien. Por eso me atrevo a contar lo que sé.
Lo segundo, y también para aclararlo antes de empezar: Soy amigo de algunos de los técnicos de la Dirección General de Deportes de la citada consejería, y también me han contado bastantes cosas que creo sin dudar.
(¿Lo de ser amigo tuvo que ver con el encargo? Podéis pensar lo que queráis, pero entonces me sabe mal no haber sido tan amigo como creía, porque solo me encargaron uno. Y también os digo que una gran parte de arquitectos recibieron el encargo, y no creo que nadie hiciera más de uno. La pedrea estuvo muy repartida. Pero ya digo: pensad lo que queráis y creed a quien más fe os inspire. Estaría bueno).
Lo primero y principal es que al autor de este pabellón polideportivo tipo B le pagaron por el modelo. Sabía perfectamente que el que estaba haciendo en Yuncos (Toledo), que a su vez era una variante mejorada de un tipo previo, iba a servir de tipo a los próximos que hiciera la Junta de Comunidades. Además, según me cuentan de la consejería, se le pagó muy bien por ese trabajo: no sólo por ser ese proyecto de ese pabellón concreto, sino por los derechos para ser copiado indefinidamente, cosa a la que él accedió muy satisfecho.
El tipo B fue a su vez aquilatándose y afinándose a cada prueba, y quedó muy rodado. Los técnicos de la consejería conocían cada tornillo y cada arandela. Las certificaciones de obra venían exactas. Eso de que nos quejamos siempre, de que los coches se hacen en serie y gracias a ello no tienen fallos de construcción, mientras que los edificios se hacen uno a uno, artesanalmente, y cada vez con un proyecto diferente que parte de cero, aquí no se daba. Aquí se hacía un pabellón de muy alta calidad técnica y muy sofisticadas instalaciones por un precio muy justo.
Además estos pabellones eran construidos por unas pocas empresas que se los sabían de memoria. Los clavaban por cincuenta millones de pesetas. Las desviaciones presupuestarias eran del 3 o el 4% como mucho, y eso era por la particularidad de cada implantación.
A cada arquitecto le encargaban la adaptación del tipo al lugar (topografía, condiciones geotécnicas, infraestructuras...) y la dirección de obra. Aparte de que cada alcalde o cada concejal de deportes tenía siempre alguna observación o sugerencia particular, que de una u otra forma se intentaban encajar.
Yo tuve suerte. Mi emplazamiento constituía una base plana y horizontal excepto en una de las esquinas y además el estudio geotécnico fue bastante bueno. Lo único, aparte del ligero encarecimiento de la cimentación en esa esquina, fue que el alcantarillado estaba muy lejos, y aunque acercarlo era cosa del ayuntamiento nos causó algún problema y tuvimos que modificar algo la red de desagüe del edificio.
Con todo ello el pabellón que adapté y cuyas obras dirigí se construyó sin problemas, en su plazo previsto y con un sobrecoste muy ligero (en torno al 3%).
En definitiva, y para no aburriros más (y porque estoy escribiendo de corrido y ya termino):
Se consiguió que en muchos pueblos en los que se jugaba al fútbol en la era y no se podía hacer baloncesto, balonmano, balón volea, etc. en ningún sitio, a partir de entonces se pudieran practicar todos esos deportes, y con vestuarios con agua caliente, y con gradas para el público, y con luz para jugar de noche.
Se consiguió que por cincuenta millones de pesetas se hiciera el de un pueblo, y por otros cincuenta el de otro, y por otros cincuenta el de otro, y así varias docenas cada año.
Además de arquitecto de uno de ellos he sido padre de dos futbolistas, y os aseguro que mis hijos han jugado como yo (en el barro, al frío) nunca soñé.
Y sí: En esos pabellones tipo B se han celebrado partidos de solteros contra casados, y concursos de paellas, y mítines electorales, y obras de teatro (en muchos pueblos este era el único edificio público con capacidad para cosas así) y hasta partidos de baloncesto amenizados por una banda tocando pasodobles en las gradas, exactamente igual que en los toros (y lo sé porque yo era el saxo tenor de una banda contratada para las fiestas de un pueblo, y teníamos repertorio para los toros, para la procesión y para el baile en la plaza, pero no sabíamos que teníamos que tocar también un partido de baloncesto).
Por todo ello, me parece que el reportaje de EL PAÍS es muy superficial y muy malintencionado. Se han ido a una denuncia fácil sin querer enterarse de nada, y han querido crear un escándalo más de quince años después sobre un asunto que no solo sabía todo el mundo (en las ligas provinciales los hemos visto por todas partes llevando a nuestros hijos), sino que la propia junta lo publicaba habitualmente en sus memorias anuales, folletos y demás con legítimo orgullo. Sí: Legítimo.
Otra cosa es que el fotolibro de estos dos jóvenes arquitectos no sea interesante. Claro que tiene que serlo. Cada pueblo ha hecho sus cosas en el pabellón. Lo ha tuneado. Y es entrañable que en cada uno hayan puesto sus achiperres variados. Pues claro. Los han hecho suyos y los sienten muy suyos. Es de las mejores inversiones que una administración pública ha podido hacer. Y siguen funcionando.
Haced todas las fotos simpáticas que queráis, porque hay materia para hacerlas, pero no queráis sacar mierda de donde no solo no la hay, sino que hay todo lo contrario. Y no os riáis de los castellano-manchegos. Somos muy paletos, sí. Y muy brutos. Pero por eso mismo.
Nota.- Un amigo mío me acaba de pasar ahora mismo por whatsapp una foto de una página del periódico La Tribuna, de Toledo, en el que el presidente de la Demarcación de Toledo del COACM habla de este asunto. Busco por la web y eso no está, así que pongo la foto, que no se lee muy bien. (Clicad para verla más grande).