Entre las causas de llanto en el niño menor de tres meses cabe destacar por su frecuencia los llamados cólicos del lactante (aproximadamente 3 ó 4 niños de cada 10 los padecen). Se presentan con irritabilidad sin una causa identificable, que pueden ser diarios, apareciendo sobre todo por las tardes (habitualmente entre las 6 y las 8 de la tarde). Es uno de sus peores males que pueden afectarle.
Suelen comenzar a partir de la segunda semana de vida, siendo raros antes de la primera semana. Típicamente desaparecen al tercer o cuarto mes de vida. Así que si el niño sigue llorando mucho a partir de esta edad, hay que pensar en otros motivos.
Es frecuente que el bebé encoja las piernas, se ponga rojo y llore desesperadamente. A veces se acompañan de distensión de la barriguita y emisión de gases por vía rectal. En ocasiones nos puede parecer que el bebé tiene hambre, pero no se calma con el alimento.
Las causas:
La causa exacta no se conoce, aunque se han propuesto varias teorías.
La propia inmadurez del intestino parece constituir la causa más importante. En estos bebés hay una motilidad intestinal aumentada. Esta inmadurez dificulta el tránsito intestinal favoreciendo la acumulación de estos gases. Los nervios hacen que aumenten, sobre todo cuando se alimentan, esto hace que sufran un episodio de llantos de hasta dos horas de duración.
Si nuestro bebé sufre exceso de gases, necesitamos conocer la causa, para ello debemos visitar al especialista. Hay algunas formas de prevenirlos:
- Por ejemplo, en las tomas es normal que trague aire, pero debemos procurar que sea el menos posible, para ello es recomendable darle el pecho o biberón tranquilamente, sin nervios y si no quiere, no forzarle.
Si toma biberón debemos procurar mantener el recipiente en posición vertical para que no entre aire en la tetina, hay tetinas que evitan esta entrada de aire por lo que debemos asegurarnos de que tengan el agujero del tamaño adecuado en cada toma. Si fuera demasiado grande, saldría demasiada leche y el bebé podría atragantarse, y si es demasiado pequeña, tendrá que esforzarse más al succionar y tragará más aire.Una vez que nuestro bebé ha terminado la toma, conviene que eructe y le debemos ayudar, pero hay que tener en cuenta, que si el bebé es propenso a los gases, debemos provocar el eructo en mitad de la toma y al finalizar.
Aunque en el caso de que nuestro bebé sufra gases, debemos intentar calmarle el dolor, ya que no existe medicamento que le podamos proporcionar que sea efectivo, y en general se recomienda no utilizarlos.
- Existe otra forma de prevención, la cadera abierta y las piernas flexionadas, facilitan la expulsión de gases. La colocación de piernas abiertas y en alto es sin duda una posición fantástica para el bebé, siempre y cuando no tenga que mantenerse en equilibrio por si mismo, ya que esto supone una tensión sobre los músculos del abdomen que, al no estar relajados dificultan la salida de aire acumulado.
El apoyo de las piernas sobre el Rulo Antideslizante de S.E.D.A. Confort ® le ayuda a estar en la postura más idónea para él -piernas en alto y abiertas- sin necesidad de mantenerse en equilibrio. Esta pieza permitirá que el niño se coloque de la manera que él necesita con comodidad y sin esfuerzo; solo así el abdomen permanecerá relajado y la expulsión de los gases se hará de manera más sencilla y constante.
S.E.D.A. Confort ® proporciona además una postura más cómoda para el bebé gracias a la Cuña de Apoyo Anatómico Cervical y a las Cuñas Laterales Anti-rotación. De esta manera, además de permanecer con las piernas abiertas, garantizamos que la elevación de las mismas no se produzca por encima de la cabeza, sino a la misma altura de ésta, garantizando que la circulación de la sangre sea en todo momento la adecuada.
La acumulación excesiva de gases se presenta de manera generalizada en todos los lactantes, no obstante, esto no es sinónimo del tan temido Cólico del Lactante, aunque, según los expertos, es uno de los motivos por los que puede llegar a producirse.
Las mejores posturas para expulsar los gases:
Las técnicas favoritas de los recién nacidos son:
- Ponerle erguido sobre el pecho con su cabecita en nuestro hombro.
- Sentarle en las rodillas de espaldas a nosotros, con palma de nuestra mano en su pecho y los dedos en su barbilla.
- Sentarle de lado en el regazo, mientras cogemos sus puños con una mano y ponemos la otra mano en su espalda.
- Boca abajo sobre nuestro regazo, procurando que su cabeza quede más alta que el pecho. También podemos ponerle a horcajadas sobre un brazo, colocando nuestra mano en su tripa.
- En todas las opciones podemos hacerle un masaje o darle unas palmadas suaves en la espalda. Además, cuando lo cogemos en brazos es conveniente poner una toalla en el hombro para que no nos manche la ropa, ya que con los gases el bebé suele echar una bocanada de leche.
- Realizar masajes abdominales o movimientos tipo pedaleo de bicicleta pueden hacerle expulsar gases tanto por la boca como por el ano, es mejor realizarlos al menos un par de veces al día, de tal forma que se ayude al bebé a expulsarlos (por la boca o por el ano) continuamente y evitar que se conviertan en algo doloroso.
Qué no hacer:
Estas son algunas medidas bastante comunes y que no debemos adoptar nunca con nuestro pequeño:
- Ofrecerle el pecho. En plena crisis es normal que el bebé se agarre al pezón para intentar calmar su dolor, pero como está muy nervioso, lo único que conseguirá será tragar más aire y que la tripa le duela aún más.
- Darle anís estrellado. Existen numerosos estudios médicos que relacionan la utilización de este tipo de anís con casos de intoxicación en bebés.
- Ponerle una sonda. Esta técnica resulta muy eficaz para ayudar al niño a expulsar los gases cuando la lleva a cabo un profesional, pero si no, es muy fácil causar una lesión al pequeño. Así que tenlo presente y no lo hagas nunca por tu cuenta.
Aunque es difícil mantener la tranquilidad cuando un bebé no para de llorar, está comprobado que si los papás se dejan llevar por los nervios ante los lloros continuos de su pequeño, éste se contagia de su angustia y llora más. Por el contrario, si los padres se mantienen serenos, el niño se relaja, lo que le ayuda a tolerar mejor sus molestias.
Ante una crisis, respira hondo y consuélate pensando que no está enfermo y que en cuanto su organismo madure, los cólicos desaparecerán como por arte de magia.