Una palabra que describe este acierto del cine colombiano actual. Un sentimiento, una sensación que viven los adultos (los habitantes del pueblo, la profesora) y que lenta e inexorablemente irán sintiendo los niños de esta historia: impotencia, incapacidad para cambiar una realidad horrorosa que destruye de tajo y sin concesiones ese mundo bucólico en el que los habitantes de cualquier pueblo colombiano padecen las consecuencias de la violencia.
"Los colores de la montaña" que se van tiñendo del color de la sangre, de la palidez del dolor de perderlo todo: el terruño, la familia, lo que se ama, lo que se empieza a extrañar.
El joven realizador antioqueño Carlos César Arbeláez cuenta con poesía e imágenes lo que nos va llenando de tristeza e impotencia también a quienes asistimos incapaces de cambiar algo, algo de la destrucción del mundo rural colombiano con sus gentes, sus niños, sus campesinos.
El elenco infantil es sublime y nos recuerda los niños de "Secretos del Corazón" de Montxo Armendáriz, los niños de "La lengua de las Mariposas" de José Luís Cuerda, los pequeños de "Adios a los Niños" de Louis Malle por ejemplo.
Por un cine contenido, mesurado y certero. Por la manera como aborda la tan abordada violencia colombiana, y por la acertada dirección de actores naturales, "Los Colores de la Montaña" es una película PARA RECORDAR.
El film gana el premio Kutxa de nuevos directores en la última edición del afamado Festival de Cine de san Sebastián.