Ha sido un año muy duro, de mucho trabajo, muchos agobios, y mucho cansancio. Nos vamos al fresquito (que espero no sea excesivamente fresco) a pasar dos semanitas.
Los niños están ya allí, esperándonos ansiosos. Esto es lo mejor, porque durante 10 días hemos estado fantásticamente, los dos solos, recuperando el tiempo que no tenemos en otras épocas del año. Disfrutando de cada rato que teníamos juntos y malamadreando en buena compañía. Pero lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y tengo que reconocer, a riesgo de parecer un fraude de malamadre, que los echo de menos.....mucho. Tengo mil ganas de dar un achuchón a mis polluelos, de apretarlos hasta que oiga "mamáaaaaaa, ya, que me haces daño". De darle a Yago el regalito que le hemos comprado por su santo. De explicarle a mi pequeña Bárbara (en el amplio sentido de su nombre) que su santo es en Diciembre. De intentar no caerme cuando mi cuasi adolescente Manu se me tire encima sin ser consciente de sus 36kgs. !Ains! Tengo ganas, sí, muchas.De lo que no tengo ganas es de cruzar media península a las 5 de la tarde. Pasar Zamora a chopocientos grados. Pararme a tomarme un café asqueroso o una coca cola para intentar esquivar la modorra consecuencia de levantarse a las 6 de la mañana y acrecentada por el calor.Tengo ganas de cruzar Los Ancares y ver que sólo pasar un túnel te hace consciente del microlima galego. De nuevo la emoción de acercarnos y empezar a ver esas verdes montañas, con pueblecitos de cuento, que te vas encontrando al borde de la carretera. Camino de Santiago y sus carteles, y de nuevo pensar.....de este año no pasa. Me apetece sentir de nuevo la sensación de dormir con manta. De bajarnos el sábado por la mañana a tomar el pulpo y encontrarme a casi toda la familia. De darnos una vuelta por el feirón con la frase "que no te voy a comprar nada" en los labios. De preparar la bolsa de la playa con bañadores de recambio y sudaderas. De quedarnos en la arena hasta las 9 de la noche. Subir al río al concurso de paellas. Ponernos el bañador debajo de los vaqueros y la gabardina....porque nunca se sabe si abrirá el día y saldrá el sol. Salir en barco.Prepararnos para el desembarco vikingo, porque este año les he prometido a los niños que compraremos una bandera pirata para que quede claro en qué bando nos movemos.Cenar en terrazas. Desayunar en el porche. Descansar.Salir con amigos. Ver a la familia. Descubrirles a los niños parajes secretos...Tengo ganas de no tener que estar corriendo detrás de los niños tanto como en Madrid. Porque nosotros estamos con amigos, pero ellos también. Todo queda en casa:los hijos de nuestros amigos de la infancia son los suyos.Ir a la carnicería y que me pregunten por mi abuela. Movernos sin horarios. Movernos sin prisas. Slow life...Vivir los colores....gris, azul, verde....y por supuesto, el rosa y morado de las hortensias. Estos son los colores de mi verano. Estos son los colores de Galicia.¿Hará buen tiempo? Eso siempre depende......