Los Conjuradores: El iniciado (Parte I)

El señor Crowley solía decir que todos los seres humanos deberíamos seguir nuestros propios deseos, pero sin causar daño a nadie. Para ser sincero, no sé a qué se refería con ello, y lo digo por el hecho de que era uno de los mejores conjuradores en batalla, inteligente y riguroso, y más aún porque ningún oponente suyo sobrevivió. Lo conocí en uno de mis lugares favoritos, el cementerio. Aunque ya tenía con antelación, una idea superficial de quién era.

En aquel entonces, mi padre me había llevado a presenciar una ceremonia de ascenso. Se trataba de un ritual en el cuál, luchaban entre sí los jóvenes conjuradores de Rockland, por un lugar en el ejército de los iniciados. Dicho ejército se componía, según la clase de historia, por cinco etapas para su realización. Tanto mi padre como el señor Crowley, pertenecían al cuarto nivel. Estaban por debajo de los llamados «supremos», un grupo de tres líderes conjuradores de nivel cinco y máxima autoridad.

Las reglas eran un tanto sencillas. Los conjuradores deberían cumplir ciertos requisitos para el ascenso. Solo quienes poseían los trece años de edad y eran hijos legítimos de “conju”, como suelen llamar a los conjuradores de sangre limpia, pueden asistir a tal evento. Los “adores”, como le llaman a hijos de sangre conju y sangre común, presentan una prueba menos importante y de poca relevancia para la comunidad; eran algo así como una especie de “inservibles marginados”.

En todo caso, recuerdo que aquel día, como todos los anteriores, fue frustrante para mí. El hecho era que no tenía la edad suficiente para presentarme. Tenía apenas once años de edad y lo que más anhelaba en la vida, era ser un iniciado. Soñaba con poder pertenecer a aquel ejército que se enfrentaba a un único, temible y legendario enemigo, los llamados “sin piel”. Aunque dicen que las cosas siempre le llegan a quien sabe esperar y me aferraba a ello, pronto empezaría una guerra en la que los seres más poderosos y temibles de la tierra, se enfrentarían en una masacre sin precedentes; se acercaba la llamada «gran cacería».

Continuará…