Por Domingo Pérez
Por lo general, nos ponemos de mal humor cuando vemos en las redes sociales a los gusis odiadores mintiendo, y yo me pregunto: ¿Qué van a hacer los pobres? Ese ha sido siempre su oficio. De esa triste e indigna labor salen sus ingresos.
El comandante en jefe, con la clarividencia que lo caracterizó siempre, desde el mismo triunfo de la Revolución Cubana, señaló que «los contrarrevolucionarios estaban obligados a mentir»:
1ero: Porque la razón no les asiste.
2do: De mentir y tergiversar han hecho un negocio bastante lucrativo.
3ero: No saben hacer nada útil y mentir lo hacen por obligación, más hoy, en las redes sociales, donde todo se divulga con una velocidad supersónica, en tiempo real.
De esta forma, si no ponemos la verdad, con creatividad y buen gusto, a disposición de todos, las mentiras se lanzan al espacio y no es posible darles alcance.
Ese gran reto que tenemos todos los cibernautas revolucionarios: socializar nuestra verdad, para que millones de personas la hagan suya en cuestión de segundos, y la mentira no tenga espacio, porque la verdad, por si sola, es capaz de ridiculizarla.
En otras palabras, hoy no es suficiente con ser dueño de la verdad. Hay que saber hacerla atractiva y creíble, porque los contrarrevolucionarios siempre van a mentir.