No me extraña que el documental Going Clear: Scientology and the Prison of Belief se haya convertido en el largometraje de estas características de mayor éxito en la última década para la cadena HBO. Tampoco me sorprende que la Cienciología se apresurara a calificarlo de propaganda. Este documental es un puñetazo directo al fanatismo de esta organización a la que el star system de Estados Unidos parece estar bien atada y que, según cuenta Going Clear, se reivindicó como religión para evitar el pago de impuestos. Pero es un golpe también al resto de religiones y, sobre todo, a la apropiación indebida de las dudas, los sentimientos, el pensamiento libre y la búsqueda de la espiritualidad de los seres humanos. El sufrimiento de aquellos que buscaban una respuesta a sus interrogantes existenciales y que se encontraron con la manipulación mental traspasa la pantalla.
Buena parte del peso del documental recae en el testimonio de Paul Haggis, guionista y director canadiense que ha ganado premios tan célebres como los Oscar (Crash, Million Dollar Baby) y que, en 2009, dejó la Cienciología por su postura contraria a las bodas entre contrayentes del mismo sexo y que se desnuda ante el público, hasta el punto de confesar esa maldita vergüenza que muchas víctimas de este tipo de grupos fanáticos siente por haber permanecido tantos años en sus dominios. Ganadora de tres Emmy, Going Clear es de visionado necesario para entender por qué algunos hombres y mujeres consiguen convencer a multitudes con ideas que, a priori, parecen peregrinas e increíbles.