Revista Cultura y Ocio

Los cuadros gemelos de Manet y Fortuny ¿Mentes conectadas? ¿Un ejemplo de singularidad?

Por Eloctavosabio @eloctavosabio

Idénticos paisajes cuelgan juntos. Izq: «Vista de Granada», Marià Fortuny (1870/1872). Dcha: «Paisaje de Oloron-sur-Seine» Édouard Manet (1871).

Izq: «Vista de Granada», Marià Fortuny (1870/1872). Dcha: «Paisaje de Oloron-sur-Seine» Édouard Manet (1871).

La tendencia culturalmente más cómoda para explicar las coincidencias es atribuirlas al cajón de sastre de la casualidad. Pero cuando una extraña e inexplicable “casualidad” se hace palpable y visibles, colgándose de las paredes de un museo, y se perpetúa bajo la firma de dos maestros de la pintura moderna, hay algo inquietante que nos hace estremecer de excitación y curiosidad.

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La tendencia culturalmente más cómoda para explicar las coincidencias es atribuirlas al cajón de sastre de la casualidad. Pero cuando una extraña e inexplicable “casualidad” se hace palpable y visibles, colgándose de las paredes de un museo, y se perpetúa bajo la firma de dos maestros de la pintura moderna, hay algo inquietante que nos hace estremecer de excitación y curiosidad.

Édouard Manet y Marià Fortuny, pintores contemporáneos del siglo XIX que inmortalizaron el mismo paisaje. Sus obras son idénticas pero… el primero pintó un rincón de Oloron-Sainte-Marie (localidad del sudoeste de Francia) y el segundo un paraje de Granada.

Dos enclaves separados por aproximadamente 1.000 Km. que, al menos entre 1870 y 1872, fueron insólitamente idénticos, modelados de igual forma, tanto por la naturaleza como por las aportaciones hechas por el hombre, hasta el punto de hacerse imposible su diferenciación.

Dos enclaves separados por aproximadamente 1.000 Km. que sedujeron la mirada de Manet y Fortuny. Ambos inmortalizaron “su rincón especial”.

Las similitudes son tan increíbles que es imposible diferenciar las pinturas a no ser que las pongamos una junto a la otra, tal y como nos las mostró hace unos años Perejaume en el Museu d’Art Contemporani de Barcelona. El paisaje, los colores, la perspectiva, el trazo, el punto de vista, la luz, no falla un solo detalle: una sola escena, dos enclaves separados por aproximadamente 1.000 Km.

Francisco R. Mayoral lleva años reflexionando sobre esta “casualidad”, en la que no cree. En el artículo que nos envía demuestra por qué no puede tratarse de una copia o plagio entre autores, y por qué sospecha que estamos ante uno de los casos de sincronicidad descritos por Carl Gustav Jung y el Nobel de física Wolfgang Pauli.


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