+ Fray Oswaldo Escobar, ocd
Obispo de Chalatenango
El Salvador, C.A.
Santa Teresa de Jesús es una maestra espiritual singular. Sus enseñanzas espirituales son variadísimas, pero una que es muy singular es la referente a San José, Padre de Jesús. Durante su vida fue una ferviente devota de dicho santo. Su fiesta litúrgica era objeto de muchos cuidados: “procuraba yo hacer su fiesta con toda solemnidad que podía” (V 6,7). Su deseo es que todos descubran a este santo casi oculto entre tantos, pero que al final se convierte en un santo muy original, pues si el Niño Jesús le estuvo sometido es importante que lo conozcamos, en consecuencia: “querría yo persuadir a todos fuesen devotos este glorioso santo, por la experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios…, paréceme ha algunos años que cada año en su día le pido una cosa y siempre la veo cumplida. Si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío” (Ib.).
San José es un santo bíblico, sin duda alguna esto le bastaba a Teresa para serle devota, sin embargo, es sabido que leyó libros en torno a dicha devoción. La originalidad teresiana está en descubrirlo como maestro de oración: “en especial personas de oración siempre le habían de ser aficionadas…, quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso santo como maestro y no errará en el camino” (V 6,8).
Obedeciendo a Teresa en cuanto a la devoción a San José, me permito presentar algunas ideas en torno a él y a su papel relevante en torno a la Sagrada Familia. Tomaré como base los cuatro sueños de San José en el Evangelio de San Mateo. Sé que hay muchos estudios en referencia a los mismos, pero mi enfoque no será de exégesis bíblica, ni tan siquiera de estudios teológicos, sino tan solo serán unas reflexiones y aplicaciones a la familia actual.
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