¿Se imagina alguien al Levante líder en la jornada 29 con cinco puntos de ventaja sobre el Sevilla? ¿Y al Real Madrid, cuarto a diez puntos de la cabeza, y al Barça, vigente campeón, décimo a veinte puntos por detrás? Complicado, ¿verdad?
Pues ese panorama, salvando diferencias, es en el que se encuentra la Premier League en estos instantes. El Leicester City jornada tras jornada se empeña en romper los esquemas de todos los expertos, que ya no dudan que de ellos mismos depende la posibilidad de ganar el Título de liga, algo impensable hace un año. La historia del Leicester se parece cada vez menos a un cuento de hadas y más a una realidad que parece que por primera vez permitirá que la ciudad de Leicestershire anteponga el fútbol a su otra gran afición, el rugby, donde los Tigers han sido uno de los grandes dominadores de Europa en los últimos veinte años.
Es impresionante, y bonito, contemplar una situación deportiva así. El 17 de enero de 2015 jugaba Leicester en casa contra el Stoke City y tras noventa minutos, otro partido decepcionante. Un viejo conocido por España, Bojan Krikc había colocado el 0-1 definitivo en el marcador. El Leicester era colista de la Premier con sólo cuatro victorias en veintidós jornadas y seguiría sin sumar ninguna más hasta la jornada 30. Pero ay amigo, en un sprint impresionante, lograba vencer en siete de las últimas jornadas y salvaba el cuello incluso de forma holgada para terminar decimocuartos. Un año anodino y difícil para un equipo recién ascendido que terminó con un sonoro suspiro de alivio.
Sin embargo, algo cambió en el equipo ese mismo verano. Llegó Claudio Ranieri al banquillo en sustitución de Nigel Pearson, señalado por sus malas formas que él denominó “deterioro laboral”, y tomó una sabia decisión: pizza gratis para todos los jugadores si dejaban la portería a cero. Y vaya si funcionó. Pero a lo grande. El 16 de enero de 2016 sacaba un valioso empate en Villa Park frente al Aston Villa y se aupaba como líder de la Premier. Ya lo había sido en varias jornadas anteriores pero esta vez lo hacía de manera definitiva (al menos de momento). Vivir para ver justo un año antes. Desde entonces sólo el Arsenal con un gol en el minuto 95 ha conseguido derrotar al Leicester, que ve cada jornada cómo la Liga está cada vez más cerca y depende sólo de ellos mismos. Suman 60 puntos por los 41 que sumaron en toda la campaña anterior.
Tampoco se puede negar lo evidente, el Leicester no es una maravilla visual o una fuente de juego espectacular. Como todo equipo de la Premier, es muy duro atrás y vertical en su juego en donde Jamie Vardy y Riyah Mahrez (34 goles entre ambos a fecha actual cuando en todo el año anterior sumaban 9) destacan en un grupo que ha hecho del colectivo un arma poderosa con jugadores dando una prestaciones casi por encima de sus posibilidades. Y ésto parece ser precisamente su mayor virtud. Cuanto más insisten los expertos en que la Premier se hará larga, más llegan los resultados sorprendentes como el inapelable 1-3 al City en enero y el 2-0 al Liverpool una semana antes. Igual que hace un año, las nueve últimas jornadas serán decisivas para el Club pero en otro sentido muy distinto. El único precedente válido habría que encontrarlo en el modesto Norwich City que en 1993 terminó tercero después de liderar la Premier hasta finales de la primera vuelta. Ahora el Leicester tiene la opción de subir un peldaño más la apuesta. Apuesta de la que por cierto sigue pendiente Leigh Herbert, aficionado del Equipo que en verano, tras unas copas de más y esperanzado por el fichaje de Ranieri, decidió apostar comprando un boleto de cinco libras por ser campeón de la liga que se cotizaba entonces 5000 a 1. 25.000 libras (32.000 €). Casi nada.
El triunfo del modesto siempre es una buena noticia para el espectáculo.
DAVID ABELLÁN FERNÁNDEZ