Tenemos en casa la segunda edición de Los cuentos de Toba. Por ahora en reposo, hasta que se agoten los últimos ejemplares de la primera.
¿Y si empezamos a venderlos ahora?, me dice Toba. Esperá, respondo yo, no seas perro apurado. Ufa, protesta él, ¿no ves que estoy ansioso? Sí, ya veo, le digo, tenés que cultivar el don de la paciencia, además soy yo el que se camina todo para ofrecer tus libros. Entonces Toba me mira (impaciente me mira), pero se queda callado.
Así andamos, poniendo toda la energía para agotar la primera edición, y dejar contento a este perro, que está inaguantable.