Revista Opinión
“La raza a la que se llama hoy en su conjunto gálica o galaica es apasionada de la guerra, pronta a la cólera y a llegar a las manos, tosca de costumbres y sin vicios. A la menor excitación corren al combate abiertamente y sin mirar a derecha o izquierda, son así fáciles de vencer por quien quiera combatirles a través de maniobra, no hace falta si no provocarles”
Estrabon “Geografía” 4, 4, 2-3 “Los celtiberos cortan las cabezas de sus enemigos muertos en el combate y las cuelgan de los cuellos de sus caballos”.
Diodoro de Sicilia 5, 9, 5 Ya sea por un disfraz de carnaval, por el bueno de Vicky, por el primer gran clásico de Blizzard “Lost Vikings”, o por ser un fanático de la historia, lo primero que le viene a la cabeza a uno al hablar de vikingos, son los cuernos. Rudos, violentos, conquistadores sin escrúpulos, bandidos y borrachos, la imagen del vikingo, como la de todo “bárbaro” en general, nos llega en términos similares. Nada importa que jamás se haya acreditado que los vikingos llevaran casco con cuernos, o que se piense que el mito venga de haberse encontrado cuernos (como vaso) en las tumbas de algunos guerreros. El vikingo “debe” llevar cuernos, pues es bárbaro, y extranjero. No es un suceso aislado. Por todos es “aceptado”, más que sabido, que la civilización a Hispania llegó con griegos y romanos. Más allá de cutres series televisivas (muy deudoras de los estereotipos), cada vez se tienen más constancia de que existieron culturas, poco menos desarrolladas que la romana, y que en verdad, como no podía ser de otra manera, el Imperio se impuso por las armas, el comercio y la moneda. Estrabón hablaba de los celtíberos como borrachos guerrilleros, cuando, valga por ejemplo, investigaciones en las inmediaciones de Calatayud nos están descubriendo, incluso, calendarios astronómicos celtíberos. La percepción del otro es un instrumento de poder para nada nuevo. Los últimos sucesos en el norte de África, así nos lo confirman. No dejaré constancia de una ignorancia única si digo que hasta hace poco Hosni Mubarak se me presentaba como el más respetable líder del mundo islámico. Sus continuos “ires y venires” a EEUU, Europa o Israel, parecían situarle como una figura “mediadora” de primer orden. Podría llegar a parecer que, incluso, Egipto era uno de los países islámicos más desarrollados, aunque una simple visita bastara para probar a cualquier lo contrario. Los últimos sucesos, y muy especialmente la retransmisión de sus discursos a la población, nos han mostrado a un Mubarak “diferente”. El viejo mediador se ha vuelto inútil, donde antes había paz ahora se ve el régimen de un tirano, parece ser, ya derrocado. No conozco a nadie que haya tenido el privilegio de hablar con el anterior líder egipcio, o que diga ser amigo suyo, por lo que no puedo tener una opinión sobre cómo es su persona. Las últimas imágenes, discursos y documentos nos muestran a una persona muy egocéntrica, prototipo de cacique de, como diría el bueno de Miguel Ángel Asturias, “república bananera”. Una vez más, el poder de los medios como instrumento de poder es más que notable. Roma tenía una original forma de tratar a los “políticos” del momento. A los rivales (véanse Aníbal o Arminio) se les “deificaba” y consideraba cuasi como héroes, por el mero hecho de haber sido capaces de vencer a Roma, el Imperio, en varias ocasiones. Algo así sigue sucediendo, de forma un tanto diferente, con las naciones conquistadas por el actual estado hegemonón. El Iraq de Sadam (claro caudillo laico) era una amenaza “islamista” poseedora de armas de destrucción masiva (a la vez que petróleo...). Los talibanes, tan útiles para bloquear avances soviéticos, resultaron ser unos poderosos señores de la guerra, mientras que “el cutre” régimen de Corea del Norte, se ha llegado a convertir en una de las máximas amenazas mundiales. Si no te gustan mis principios, tranquilo, tengo otros. Al poder económico y al militar se le ha unido otro, el de los medios de comunicación, sólo que, para sorpresa de muchos, lleva más tiempo existiendo del que pudiéramos creer... Para finalizar un consejo. Si quiere examinar al “bárbaro” de turno intente conocerlo, leer, estudiarlo... no se quede “con los cuernos del vikingo”. Origen imágenes: 1) http://wire.ggl.com/wp/wp-content/uploads/2007/12/lost-vikings.jpg 2) http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/f/f7/Napolitano-Mubarak.jpg