Cómo puede ser que dos años parezcan veinte. Solo hace dos años que no veo tu rostro, madre. Solamente dos años. Y me han parecido eternos… He descubierto que cuando una madre se va el tiempo se alonga, se vuelve más pesado y extiende un denso velo de melancolía sobre las horas. El fenómeno puede ser imperceptible, pero llega una fecha, se cumple otro aniversario, y en ese punto lo entiendes.
Esto no funciona para todo. En lo demás el tiempo vuela, olvidas pasar las páginas del calendario porque avanzan demasiado aprisa. Es como si la percepción se compartimentara, como si el luto fluyera por una órbita distinta a la del tiempo convencional. Y dentro de esa órbita constatas que has envejecido más deprisa, aunque tu discurrir por ese espacio te haya parecido muy lento.
No sé si estás en alguna parte, madre. No creo en una perdurabilidad de la consciencia más allá de la destrucción del cuerpo. Y no sé a quién le pregunto cuando te hablo, no siendo a mí misma. No me pregunto a mí, a decir verdad, sino a mí en relación contigo. Porque yo sola no soy lo mismo que yo contigo. Y desde ahí te pregunto y me pregunto. ¿Qué voy a hacer con todo esto? Con todo este caudal de lo vivido y lo que quedó por vivir, dime, mamá: ¿qué voy a hacer con todo esto?
A mi pensamiento ha llegado tu voz, hablándome del cuidado. “Cuida lo que tienes, pero, sobre todo, cuida a quienes tienes. Porque los tienes ahora y no sabes hasta cuándo. Cuida, porque nunca sabemos cuidarnos lo suficiente”.
El cuidado. Los cuidados. Quizá lo más importante de la vida, lo que más valor tiene y más valor otorga. El cuidado y los cuidados. Quizá todos nuestros males vengan de eso, de no prestar atención al cuidado. A los cuidados. A no cuidarnos nosotros ni cuidar de los que la vida puso a nuestro lado. Suficientemente.
Hoy me he encerrado en la habitación para estar a solas contigo. Para cuidar tu recuerdo. Para poder sentir el latido de tu ausencia ahí fuera y exorcizarlo con tu presencia aquí dentro. Para sentir tu cuidado más allá de lo tangible y vencedor de la muerte.
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