Revista Coaching
El año ya ha comenzado y ya son varias las ciudades por las que he pasado. Además he comido y cenado con viejos amigos que me han contado sus nuevos proyectos, propósitos e ilusiones para este 2011 que parece haber nacido entre negros nubarrones. Hablando con la gente da la sensación de que lo mejor de este año sería que pasara cuanto antes. Que poco fruto real puede darnos.
Cuentan de un anciano que en medio del desierto había construido su morada junto a un oasis perdido. Entre palmeras datileras y junto a una pequeña alberca había levantado su tienda. Por ella, de vez en cuando pasaba alguna caravana de mercaderes en su regreso del lejano oriente cargados de ricas telas, especias, alimentos y licores.
Una mañana una de las caravanas se detuvo junto al oasis. El mercader se acercó al anciano que estaba cavando en la arena.
- ¡Buenos días anciano!. ¿Qué hace con este calor, bajo este sol tan terrible y con esa pala en la mano?. ¿Acaso está sembrando algo?.
- Si, forastero. Estoy sembrando dátiles.
- ¿Dátiles?. ¡Amigo! El calor de este lugar le ha trastornado. Deje esa tarea y venga conmigo a la caravana. Traigo un riquísimo licor de oriente y tomaremos un trago juntos. Usted debe tener al menos ochenta años, y sabe que las datileras tardan más de cincuenta años en crecer y dar fruto, así que difícilmente podrá cosechar algo de lo que hoy está sembrando.
- Amigo forastero. Yo he comido los dátiles que sembró otro. Alguien que tampoco pensó en comerlos. Hoy siembro para que otros puedan comer mañana los dátiles que estoy plantando. Aunque sólo fuera por ese futuro desconocido vale la pena que termine, y bien, mi tarea.
El mercader, con la cabeza baja volvió hacia la caravana y regresó al poco con una bolsa de cuero llena de monedas. "Anciano, déjeme que le pague esta enseñanza que hoy me ha dado".
Mientras el anciano tiraba las semillas en los agujeros que había cavado le agradeció sus monedas y le dijo: "Ya ves amigo. Tú me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara, y parecía cierto, pero fíjate, todavía no he acabado de sembrar y ya he cosechado una bolsa de monedas, la gratitud y la alegría de un amigo".
Y es que todo lo bueno que hagamos por poco sentido que nos parezca que tiene seguro que sirve para hacer un bien mayor a alguien que venga después. ¿Ya has puesto en marcha todos esos buenos propósitos para este año?. ¿Ya has abandonado alguno?. Todo lo bueno que siembres hoy lo recogeremos los demás mañana.