Revista Diario

Los (d)efectos de ser madre

Por Drajomeini @DoctoraJomeini
Hay algo inherente al hecho de ser madre, aparte de que las ojeras te lleguen a la rabadilla. Y ese algo es que, desde el mismo momento en el que el pregnosticón te da positivo, te asalta una cequera total que te impide ver las virtudes del resto de los críos de la misma edad que el tuyo y los defectos del crío propio. En otras palabras, tu hijo siempre es el mejor en todo, así sea, el pobre, un clon de los ewok. Asociada a esta ceguera, también te cae encima una tendencia ineludible a ser monotemática. Pasas de hablar de la fisión nuclear o del tabique nasal de Belén Esteban, temas harto interesantes, a parlotear durante horas sobre la baba que le irrita la barbilla a tu nené o sobre la forma tan graciosa que tiene de decir "Baaaa". Esta tendencia ineludible se acompaña, casi siempre, por una debilidad inevitable por los diminutivos. No decimos "baba", decimos "babita". No decimos "mocos", decimos "moquitos".Y esa debilidad se manifiesta en todo, excepto en lo referente a las deposiciones. Decimos "cacotas".- Uy, el hombrecito se ha hecho cacooootaaas. ¿Qué le va a hacer mamá en el culito?. Limpiarle las cacoootaaas.El niño te mira. Dice "Baaaa". Y tú te derrites. Y llamas a todas tus amigas para contárselo. Hasta que te das cuenta de que te vas quedando sin amigas.Tengo una amiga, en concreto, que va camino de esto. Y es que es especialmente brasa con el tema de sus hijos. Por divertirme, cada vez que quedamos juego a cambiarle el tema para ver como vuelve, desesperadamente, al meollo.- Han puesto un sitio de depilación láser en la esquina - le digo, consciente de que la depilación láser, por ahora (que todo se andará, como a la Victoria Beckham le dé por depilar a sus hijos), no es un tema compatible con los niños.- ¿En serio? Pues, a ver si consigo ir porque Robertito - su hijo de 4 años -  me tiró, el otro día, al suelo la epilady y me la rompió. Y es que, ahora, le ha dado por enrabietarse...- y sigue aquí media hora sobre los hábitos actuales de Robertito, mientras el resto del grupo (en su mayoría, mujeres sin hijos ) me mira , insistentemente, para que meta baza.- ¿Por qué no vamos al teatro una noche de esta semana? Dan la obra esta que me han dicho que está muy bien. - afirmo, cortando las andanzas de Robertito con tres rotuladores fluorescentes y una camisa de trabajo de su padre.- Uf - responde ella - no sé si podré. El lunes, Robertito tiene música. El martes, Antoñito (su otro hijo, de 7 años), tiene inglés. El miércoles, los llevo a los dos a la piscina. Y les encanta, ¿sabéis? - y empieza a hablar otra media hora sobre los distintos estilos de Antoñito y Robertito en el medio acuático.Mis amigas, desesperadas, empiezan a marcharse y, al final, nos quedamos solas. Ella hablando de sus hijos y yo intentado meter una palabra, aunque sea de canto...para hablar de los míos, faltaría más.

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