Revista Salud y Bienestar
Los del Telepizza deben odiarme y, de ser así, lo tendría más que merecido... Por tal motivo es probable que nunca lleguen a servirme una pizza como la de la fotografía...
Que por qué digo esto?... Pues veréis... Hace algunas semanas, encontrándome y preparándome para hacer una guardia en Urgencias, decidi contactarles antes, con el fin de encargar una cena (los que trabajan en las Urgencias Rurales de alguna comunidad autónoma vecina cuentan con un servicio de catering, no es este el caso en nuestra comunidad madrileña, en fin...)
-. Telepizza, dígame? -. Llamo desde el Servicio de Urgencias de la localidad.
-. Ay!!!! Ha pasado algo??????
-. No, no, disculpe!, es solo para pedirles una pizza.
-. Ahhhh! Vale! Qué susto!... Es que como tenemos a los chicos por ahí, con las motos...
Unas semanas después, y porque olvidé lo ocurrido aquella noche, volví a meter la pata obsequiándoles con un nuevo susto (ya saben Uds, a veces y con las prisas, uno no se para a pensar más que lo justo en los detalles y las formas)...
Pero anoche ya lo tuve en cuenta por lo que comencé la llamada con un: -. Telepizza, dígame? -. A ver, antes de nada: llamo para pedir una pizza, de acuerdo? -. sí, sí, dígame...
Y de verdad, descuiden que prometo no volver a olvidar que en ocasiones como éstas, el orden de las oraciones sí que puede afectar a tu interlocutor, y de qué manera!