Cuando el PRI -la mafia política más importante del mundo- gobernaba de manera directa México, había un control férreo sobre el crimen organizado, digamos que por formar parte del PRI los delincuentes buscaban un bajo perfil, nos robaban a más no poder pero había orden en las instituciones, empezando por el congreso, quienes acataban las órdenes del rata mayor so pena de perder importantes concesiones federales, llámese pipas de pemex, radiofusoras, periódicos que vendían la publicidad al mismo gobierno, constructoras de carreteras, proveedores de servicios al gobierno, etc. y etc.
Cuando el PAN llega al poder hace 10 años, tiramos cohetes al aire e hicimos fiestas, todos pensamos que la situación del mexicano mejoraría, que las cosas no podían ser peor que con los gobiernos inmensamente corruptos del PRI, pero de ese tamaño o mayor ha sido nuestra decepción: Ni Vicente Fox tuvo la capacidad de vencer al viejo sistema político, ni Felipe Calderón, a quien creíamos menos pendejo que Fox, está demostrando que tiene capacidad de lograrlo. Calderón está atrapado en la red que tejió su falta de malicia para gobernar.
En su lugar, la falta de operación política de los panistas ha ocasionado que los demonios anden sueltos en México.
Siempre hemos comentado que en nuestro país todo es corrompible, desde los famosos cañonazos de 50 mil pesos que presumía el presidente Álvaro Obregón en la década de los 20´s del siglo pasado y con ello compraba voluntades, hasta el día de hoy que es factible comprar en Tepito toda la información importante de las bases de datos de nuestro gobierno y con toda seguridad, de las principales empresas del país, facilitando con ello ilícitas operaciones quirúrgicas en contra de ciudadanos pudientes.
De estar en manos de los corruptos del PRI, ahora no sabemos en manos de quien lo estamos, el crimen organizado ya usa capucha, anteriormente los criminales estaban gobernados por el sistema y no daban un paso si sus jefes no lo autorizaban, ya sea un secuestro en Morelos, el robo de un banco en la ciudad de México o la muerte de un líder político donde osara levantar la voz. Con el PRI cuando un delincuente se alebrestaba, o lo encarcelaban o lo mataban, no había de otra.
Hoy estamos más desprotegidos que nunca, ¿quien podrá amarrar de nuevo a los demonios en México? ¿Es factible amarrarlos aún?