En las religiones abrahámicas, los demonios se entienden inequívocamente como entidades responsables del mal. Esta fue una influencia del zoroastrismo, que tenía una visión dicotómica del bien y el mal, pero usarlos de cabeza de turco es un rasgo universal. De hecho, mucho antes, en las culturas mesopotámicas, eran seres ambivalentes que transgredían el orden natural y no tenían reparos en actuar maliciosamente para demostrarlo.
Dicho esto, podría pensarse que los antiguos demonios mesopotámicos tenían una moral compleja y por eso no se limitaban a ser malos sin más...pero todo es más simple. Los encantamientos, como otros tipos de textos contemporáneos, seguían una fórmula que se adaptaba a la situación. En este caso, se trataba de la fórmula de encantamiento Marduk-Ea, donde Asalluḫi, que en épocas posteriores sería sustituido por Marduk, consultaba a su padre Enki/Ea para identificar la causa y la solución de un problema, que solía ser un demonio. De forma similar, en los textos, el exorcista, como representante de Enki, combate el demonio usando la protección de otro espíritu personal o demonio. Esto significaba que, en los encantamientos, un mismo demonio podía ser bueno o malo según la posición que ocupaba en la fórmula. Por supuesto, como con los actores, el rol de algunos era estable, mientras que otros variaban según el papel que hacía falta. En consecuencia, en estos últimos es difícil ver características propias que los distingan de sus papeles predeterminados.
¿Qué era un demonio en Mesopotamia?
Sabiendo esto, podemos entender que el término "demonio" no es más que un cajón de sastre utilizado para englobar a multitud de espíritus de aviesas intenciones. Eran fuerzas caóticas que podían dañar a los humanos pero que podían someterse para usarse contra otros demonios. De esta manera, la cabeza del gigante Huwawa, que protegía el bosque de cedros de los dioses en la Epopeya de Gilgamesh, podía usarse como defensa mágica. No eran entidades completas, como los dioses, sino sus súbditos quiméricos y primordiales que no pertenecían al panteón y tenían un cuerpo físico, formado por aire. Por esta razón, podían ser identificados con los vientos y ser inhalados por sus víctimas o expulsados mediante la exhalación cuando se respiraba humo o vapores en los rituales. No obstante, en la descripción de sus ataques podían ser más viciosos, usando garras o colmillos.
Los demonios eran una de las causas de enfermedad, junto con los hechiceros, brujos, malhechores, fantasmas, los dioses, el contacto con sustancias contaminadas o las estaciones. Atacaban cuando el individuo se encontraba desprotegido, como cuando estaba fuera del lugar que le correspondía, como en el campo en lugar de la ciudad, en la oscuridad en vez de en la luz o en silencio en vez de donde había ruido. A pesar de ello, podían introducirse en las casas y atacar por sorpresa desde dentro. Todo este proceso era progresivo. Podía comenzar lejos de la civilización, donde el demonio interactuaría hasta dominar a la víctima en su propia cama, introduciéndose por sus orificios. En algunos demonios, este dominio era violento, ya que eran seres relacionados con la guerra, representados con partes de bestias agresivas. De esta manera, tomaban al enfermo como un prisionero de guerra, paralizándolo con ataduras hasta que moría.
En las culturas de Mesopotamia, había demonios con características y relaciones bien definidas como Pazuzu y Lamaštu, pero estos son raras excepciones. El udug sumerio o utukku acadio era un demonio individual o un grupo de demonios tan genérico que podía, indistintamente, proteger, dañar o combatirse mutuamente. Como tal, no se le conocen representaciones ni tienen rasgos distintivos que los diferencien. Esta imprecisión se transmite a su apariencia, mostrándose amorfos, sin nombre, sin sexo, sin pareja ni descendencia, oscuros, ocultos, enormes y venenosos, que hacían llorar incontrolablemente al objeto de su ira y tenían una potente voz. Por mucho que esta descripción parezca delimitar algunas características, eran comunes con otros seres y, además, como era un demonio genérico, en algunos textos su apariencia podía ser completamente distinta, definiéndose a partir del primer milenio antes de nuestra era. A pesar de ello, entonces, los exorcistas destruían sus representaciones tras los rituales. En los textos, incluso cuando se mostraba como un demonio individual, el udug aparecía con pocos detalles entre muchos otros demonios, pretendiendo ofrecer un tratamiento de amplio espectro para todas las afecciones que provocaban. De hecho, estas listas de demonios acababan con mimma lemnu ("cualquier mal"), el demonio genérico por excelencia, que podía ser responsable de cualquier mal.
Estos demonios eran la prole del cielo ( An) y la tierra ( Ki), que fueron separados por Enlil, aunque también podían ser hijos de Enki y Ninki, el montículo primordial ( Dukug), las aguas subterráneas ( Apsú), el lugar de nacimiento de Enlil o de otras parejas divinas. Los demonios eran parias que, como no recibían culto, tampoco obtenían alimento, por lo que se alimentaban indiscriminadamente de cualquier víctima, mientras vagaba de templo a templo.
Alû
El alû era un fenómeno atmosférico demonizado que, posiblemente, esté relacionado con el Toro (del cielo) alû/lû.
Asag/Asakku
En el relato Lugal-e, Ninurta/Ningirsu o Adad/Iskur se enfrenta a Asag/Asakku. Esta era una criatura repulsiva cuya presencia freía a los peces en los ríos y copuló con las montañas para engendrar monstruos de piedra. Era otro testimonio de la relación de los habitantes de Mesopotamia con los moradores de los montes Zagros. En los encantamientos, su nombre pertenecía a un grupo de demonios que provocaba fiebre.
El lama o lamassu
El lama o lamma sumerio o lamassu acadio era un espíritu generalmente protector, femenino y con forma humana que actuó en tiempos antiguos como deidad patrona en Lagash, pero que acabó subordinada a otras deidades, como la diosa Baba. En el arte neosumerio, babilonio antiguo y casita, solía mostrarse con falda larga, frecuentemente con volantes, que alzaba una o ambas manos en súplica al dios principal. En sus menciones más antiguas, cuando abandonaba una ciudad dirigiéndose a las estepas o el desierto, hogar de los espíritus, esta estaba condenada a la destrucción. Por lo tanto, los exorcistas la invocaban para recibir su protección en su peligrosa tarea. También acompañaban a personajes literarios, como el rey Lugalbanda, creando una zona segura. No obstante, igual que el lama podía aparecer junto a un udug bueno, puntualmente, podía hablarse de un lama malo junto con un udug malo.
El alad sumerio o šedu acadio es el equivalente masculino al lama por lo que, al igual que este, era un demonio protector que puede aparecer con un udug benéfico o el lama o actuar maliciosamente cuando el udug que le acompaña también lo hace. Mientras el udug suele ser malo y el lama bueno, el alad se encuentra en un término medio. Su nombre o el del lamassu fueron posteriormente, por separado o combinados, usados para referirse a los guardianes alados masculinos con cuerpo de toro o león y cabeza humana en las puertas de los palacios y templos asirios. En el caso de sus equivalentes femeninos, eran llamadas apsasû.
Enfermedades demonizadas
De igual manera que algunas deidades se asociaban con zonas del cuerpo y su curación, había demonios asociados a cierto síntomas o regiones corporales, como el gusano de los dientes que causaba la caries. Los vientos, llamas o precipitaciones, podían penetrar, tomar y consumir el cuerpo de su víctima como lo hacían con los objetos o la propia tierra. Como era habitual en los ataques demoniacos, la víctima era responsable, pues había hecho para perder la protección divina.
Los difuntos podían volver si no habían recibido un entierro adecuado o no recibían atención, como se detalló con más profundidad en su propia entrada. Alguien no enterrado adecuadamente, busca comida o bebida, por lo que se crean figuras de barro de comida y bebida para satisfacerlo y un barco para que vuelva al inframundo. Por su parte, un quemado se alivia con agua. Los jóvenes que murieron sin casarse buscan sin éxito satisfacer su deseo sexual, pero se vuelven agresivos al verse impotentes. Por eso se convierten en lilû ("fantasma masculino"), lilitu ("fantasma femenino"), ardat lili/kiskililu ("novia fantasma"), etel lilî ("novio fantasma") y nassuqitu ("besadora"). Es posible que Lamaštu sea una de ellas y Pazuzu gobierne sobre este subgrupo, lo que explicaría su pene erecto. Sin embargo, Lamaštu se diferencia de las demás porque era hija de An/Anu, que fue repudiada por su padre al rebelarse por querer devorar a la humanidad, razón por la que obtuvo la cabeza de perro y fue expulsada del cielo por Enlil.
Animales salvajes
"He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará" (
Esto es especialmente visible en los sellos, donde cualquiera de las entidades protectoras se enfrentan a toros, leones e incluso avestruces, simbolizando el dominio del orden sobre el caos. Estos podían presentar detalles no presentes en sus equivalentes reales, como leones y toros con alas. Aquí se incluyen los dragones y serpientes con la cabeza de la Muerte en La visión del inframundo de un príncipe asirio. En los textos, era más común en Oriente Próximo, donde sobrevivió esta visión en tiempos bíblicos: Lucas 10:19).
Lugares peligrosos
Los lugares apartados y sus moradores también se engloban bajo la categoría demoniaca. El era un demonio con forma de león encabritado que vivía en las letrinas, donde golpeaba los testículos y provocaba ictus. rabisu se ocultaba en las esquinas con forma de cabra, aunque este actuaba bajo orden divina. El šulak Huwawa ("gruñidor"), también conocido como en(n)ungallu ("alcaide principal") del bosque que aplasta cráneos era un cavernícola que protegía la montaña donde estaba el bosque de cedros de Enlil, guarida de los dioses. Las montañas, callejones, las estepas, las ruinas, cocinas y los ríos, entre otros, podían ser demonizados. Los granjeros, que no tenían más remedio que trabajar en el campo, hacían rituales y encantamientos para que Ninkilim ("Señor Roedor"), señor de los animales salvajes, controlara a las plagas, conocidas como "perros de Ninkilim". En la naturaleza, se demonizaban a gusanos que causaban enfermedad, a los insectos, ciempiés, búhos o leopardos. Cada uno tenía ciertos comportamientos que los caracterizaban y diferenciaban del animal real.
Del mismo modo que los lugares, los periodos temporales también podían ser demoniacos. El demonio Umū ("Día") generalmente traía malas noticias. Otros periodos pueden ser el anochecer ( bariritu), las tres vigilias de la noche ( massartu), la noche ( musitu) o el alba ( seru). Estos eran representados como feroces monstruos leoninos a las órdenes de la voluntad divina. A pesar de esto, podían ser usados de manera defensiva, como el Ugallu ("Gran día") o el dragón-león que servía de montura a Adad ( uraduhhu, "Día rugiente").
Abstractos
Estos implican las relaciones entre los humanos y entre estos y los dioses. Se mostraban como humanoides, animales, híbridos u objetos. El visir Misaru ("Justicia") y la hija Kittu ("Verdad") del dios solar Samas se mostraban con aspecto humano. Adammu ("Lucha") e ippiru ("Conflicto") son híbridos enfrentados en una batalla eterna, como anantu ("Batalla"), saltu ("Pelea") y tardu ("Persecución"). niziqtu ("Aflicción") era una mujer alada, como puluhtu ("miedo"), aunque este tenía más rasgos de ave.
En Mesopotamia no clasificaban a las entidades sobrenaturales, sino que esta es una acción posterior para ordenarlos. Por ello, sus límites son difusos e incluso el propio dios Enlil podía tener rasgos demoniacos. De igual manera, puede verse que, a veces, se usan intercambiablemente los términos monstruo y demonio. Puede ocurrir que algunas criaturas puedan clasificarse en ambas, especialmente en la literatura, como el Asag/Asakku, Humbaba/Huwawa, Tiamat o su progenie. En los gallû, alguaciles del inframundo, la consideración de demonio tiende a asemejarlos demasiado con los verdugos del infierno. A menudo, surge la pregunta: un demonio que unas veces actúa individualmente y otras como grupo o unas veces protege y otras hace daño, ¿se trata siempre del mismo demonio o son distintos demonios con el mismo nombre? Es por esto que clasificarlos no es una tarea fácil, sin importar el criterio que se utilice para hacerlo. Probablemente, se esté intentando crear un orden que no existe en estas criaturas del caos, que sobrevivieron en las creencias de varios pueblos durante milenios.
En definitiva, los pueblos cambiaban, se sucedían milenios y crecían las influencias del exterior. Los monstruos, que hace 5000 años no llevaban ni la corona ni apelativos divinos ni tampoco recibían culto, pudieron hacerlo en el primer milenio antes de nuestra era. El kusarikku ("hombre-toro") en la Assur asiria media o el uridimmu ("hombre-perro") y el urmahlullu ("hombre-león") del Uruk neobabilónico llegaron a recibir culto como deidades menores. De hecho, los monstruos primordiales, hijos de Tiamat, se convirtieron en guardianes contra los demonios en puertas, muros, sellos, estatuillas y amuletos.
Los siete sabios
Los siete sabios (sumerio: abgal; acadio: apkallu) eran entidades no consideradas monstruos ni demonios ni dioses, sino hombres-pez que, según Beroso el Caldeo, emergieron del mar, aunque las fuentes cuneiformes señalan un manantial. Aunque ancestrales, no eran criaturas primordiales de la época del caos, sino que surgieron cuando ya existían los humanos. Como los monstruos, se oponían a las dificultades y a la enfermedad, que combatían con rituales de purificación en vez de con fuerza bruta. Sus conocimientos fueron transmitidos a los exorcistas para combatir a los demonios.
Los cuatro vientos
Son híbridos díscolos de origen desconocido que, a veces, pueden llevar la corona cornuda sin ser dioses. No provocan enfermedades y, cuando están al servicio de los dioses, pueden proteger. El más famoso es Pazuzu que, además de pertenecer a este grupo, es un demonio. El viento podía ser demoniaco, como alû, mū, se manifestaba con el tiempo tormentoso. El zaqiqu era un espíritu lil inofensivo, salvo en sueños, donde también podía transmitir mensajes de los dioses. gululu o imhullu. El demonio del día, u
Los Siete (sumerio: Iminbi; acadio: Sebettu) eran un grupo destacado de demonios de gran poder, presentes desde el tercer milenio antes de nuestra era. La mención segura más antigua de este grupo ocurre en Gilgamesh y Huwawa, donde Gilgamesh pide ayuda a Utu en su viaje al bosque de cedros y esta le envía a siete guerreros diferenciados, es decir, no aparecen como un grupo uniforme como suele ocurrir con los colectivos:
"Los guerreros, siete hijos de una madre son;
el primero, la garra de un león, el talón de un águila;
el segundo, la serpiente [...] una boca [...];
el tercero, el dragón [...] la serpiente [...];
el cuarto, el fuego ardiente [...];
el quinto, la primera serpiente, sobrecogedora [...];
el sexto, la inundación (que) es el agua destructiva en la tierra, late sobre la loma en la tierra;
el séptimo, rayos relampagueantes (que) nadie puede devolver,
esos siete les dio (Utu),
le dirigieron a través de los valles de las cordilleras".
Estos se relacionan en la literatura con entidades demoniacas y no demoniacas, como los siete hermanos mayores del rey Lugalbanda. Durante toda su historia, fueron cambiando sus roles, siendo un grupo que mantuvo su popularidad durante milenios. En los textos, se distinguían de otros demonios porque tenían relación familiar y podían comunicarse, cuando habitualmente los demonios rompían lazos familiares y no poseían la inteligencia para comunicarse con el lenguaje. Solían asociarse con el inframundo, sea como comitiva de Nergal/Erra, surgiendo de las aguas subterráneas del apsú de Enki/Ea o relacionándose con el heraldo del inframundo Hendursaĝa o Išum, consejero de Erra. Estos tenían representaciones humanoides o teriantropomórficas (humanos con partes de animales), pero también como la constelación de las Pléyades junto a la Luna, lo que implicaba una relación con el dios Nanna/Sin.
He mencionado que el exorcista ( āšipu) era un representante de Enki/Ea que trabajaba con demonios, pues su acción era necesaria para resolver las enfermedades que provocan y dar con su origen, ya que los demonios se relacionaban con transgresiones. Por ejemplo, el ardat-lilî era un demonio femenino que atacaba a hombres jóvenes, pues surgía de una esposa frustrada que había muerto y era incapaz de tener relaciones sexuales. Esta posición de exorcista estaba reservada mayoritariamente a los hombres, mientras las mujeres tenían roles similares en el templo. No obstante, con los milenios fueron acusadas de brujería. Como tal, algunos encantamientos contra demonios fueron usados contra ellas. Según esta creencia, estas usaban a los demonios contra sus víctimas. Había una posición similar al āšipu denominada mašmaššu, que actuaba en los cultos y se enfocaba más en la purificación. Por otra parte, la distinción entre los exorcistas ( āšipu) y los médicos ( asû), que trabajaban con hierbas, cataplasmas y vendas, no era muy clara, pues tenían funciones comunes e incluso los términos podían llegar a usarse indistintamente para la misma persona. En ese sentido, tenían una visión similar a la magia que los egipcios. No obstante, el médico solía diagnosticar y tratar en base a las causas físicas visibles.
- Bhayro, S., & Rider, C. (Eds.). (2017). Demons and Illness from Antiquity to the Early-modern Period. Brill.
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