por Cristian Monroy
Naruto, es el nombre un mono radicado en Indonesia que se encuentra en el centro de un caso relativo a los derechos de autor que ha dado pie a un debate acerca de las obras artísticas cuyos autores son no humanos.
PETA, la organización en favor de los derechos de los animales más grande del mundo ha realizado una demanda en nombre de Naruto, que se tomó la fotografía que puedes ver en este artículo con la cámara del fotógrafo David Slater.
Lo que reclama PETA es que Naruto es el creador de la obra y por lo tanto el dueño de la imagen.
De manera complementaria se solicita que derivado de esa afirmación, cualquier utilidad económica proveniente de la fotografía debe ir directamente a la preservación de las especies.
La imagen fue tomada en un viaje de Slater a Indonesia en el 2011, el cual publicó su experiencia y la selfie en internet en donde fue utilizada por diversos medios sin su autorización, por lo cual solicitó se diera de baja de diversos sitios aunque permanece en la colección de Wikimedia Commons, cuya colección de 22 millones de imágenes y vídeos es libre de uso.
La fundación Wikimedia explicó su negativa para dar de baja la imagen:
[...] aunque la cámara pertenecía a Slater, el mono es el autor de la fotografía.
Y aunque la ley de derechos de autor en Estados Unidos prohíbe de manera explicita que los animales o no humanos puedan mantener lo derechos de autor, Wikimedia y otros defensores afirman que la imagen es del dominio público.
Lo interesante de este caso es que, como mencionan algunos abogados de PETA, cualquier ley aprobada o no, puede sentar un precedente para como se puedan tratar los derechos de autor en el futuro cercano para entes no humanos, llámense estos animales, robots o computadoras que incluyan inteligencia artificial.
Un compendium dado a conocer por la oficina de derechos de autor de Estados Unidos afirma en su capítulo 300 sobre lo que sí puede ser registrado:
[...] la oficina no registra obras producidas por una máquina o a través de un proceso mecánico que opere aleatoria o automáticamente sin ningún aporte creativo o intervención de un autor humano.
La situación es más compleja de lo que parece, en especial en la época actual en la que las máquinas son más que simples cables, circuitos y chips interconectados.
Con ayuda de la inteligencia artificial una máquina es capaz de pintar cuadros, escribir guiones de cine, crear música, redactar noticias, imitar caligrafía, cocinar ... y un largo etcétera.
Entonces... si una máquina puede crear obras inéditas ¿quién (o qué) debería mantener los derechos de autor?
Interesante tema que deja servido un debate que puede durar aún un tiempo considerable.
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