Los desequilibrios de la economía brasileña

En el contexto actual de crisis nos gustaría ser una de las economías en fuerte crecimiento como los BRIC (Brasil, Rusia, India o China). De ellos se dice que son apuestas claras de futuro, mercados donde las empresas han de estar presentes.
Analicemos Brasil que presenta un crecimiento medio de su PIB en el último lustro superior al 4% anual y eso a pesar que en 2009 cayó un 0,6%.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Existe un boom constructor e inmobiliario, similar al acaecido en España en la pasada década que, como bien sabemos, acabará pasando factura.
La actividad prestataria también anda desbocada. Las entidades financieras, a diferencia de España, no paran de conceder hipotecas, ¡OJO! con intereses que llegan al 15%. Los tipos a un año del país se sitúan en los entornos de 12% y, debido a un importante repunte de la inflación, que en 2010 superó el 6%, el banco central brasileño ha empezado un proceso de control de la inflación mediante un aumento paulatino de los tipos de interés para intentar reconducir esta variable por debajo del 5%.
El crédito a las empresas también fluye a buena velocidad hasta el punto que el apalancamiento de muchas operaciones está creciendo de manera importante y muchas de ellas se realizan sin apenas aportación de capital propio.
Esta situación aún debe alargarse hasta 2014 cuando se celebre el Campeonato Mundial de Fútbol (donde la selección española estará presente por haber ganado la anterior edición en Sudáfrica) y si es posible hasta 2016 cuando se celebren los JJOO.
Además, existen algunas áreas como el Estado de Río Grande, que desearían ser independientes, siguiendo el modelo de Uruguay que en el siglo XIX pertenecía a Brasil.
¿Verdad que nos suena conocido? Y es que después del crecimiento viene la recesión. Los desequilibrios generados han de ser reconducidos. Y de eso, nadie se libra.