Revista Cultura y Ocio
Pocas situaciones se me antojan más dolorosas que advertir (y sobrellevar) el alzheimer en una persona cercana de la familia. Y si esa persona es el padre o la madre el dolor puede llegar, me parece, a cotas everésticas. ¿Qué adulto puede aceptar sin derrumbarse que los ojos vacíos de un progenitor lo miren y le digan: “No sé quién eres”?Pero gracias a la magia de la literatura y a la magia del humor bondadoso, he aquí que la escritora Marta Zafrilla consigue en Los despistes del abuelo Pedro que esa terrible situación pueda ser comprendida con naturalidad incluso por los niños. Es lógico que se sorprendan cuando se enteren de que el abuelo ha metido su llave en el agujero de un árbol, creyendo que es la cerradura; o que ha planchado un lenguado, intentando hacerle bien la raya; o que ha metido un pollo asado en la lavadora, para dejarlo reluciente… Pero muy pronto se dan cuenta de que se trata de un simple problema de la edad: ha vuelto a ser como un niño y es preciso prestarle ayuda.Cariño, comprensión y naturalidad son las palabras claves de este relato al que pone preciosas ilustraciones Miguel Ángel Díez y que edita primorosamente el sello Cuento de Luz.