Revista Libros
Thomas Boberg.Los devoradores de caballos.Traducción de Daniel Sancosmed.Prólogo de Raúl Campoy.Libros del Aire. Madrid, 2014.
Los comerciantes de caballos de clase media / están en la cárcel /por encubrimiento, contrabando, robo / y la arrogante rutina de rechazar / trabajos. / Sólo los nihilistas y los patriotas cristianos más ricos / y sus enemigos oficiales, / los cínicos / follahijas, / tienen oportunidades en esta época. / Trafican con parientes y rocines flacos / en la frontera. / Organizan orgías secretas en el sótano /del edificio / donde vivo”, escribe el danés Thomas Boberg en Los devoradores de caballos, que Libros del Aire publica en su colección Jardín Cerrado.
En ese tono discurre este alucinado y potente apocalipsis posmoderno, un libro hipnótico, como señala en su prólogo Raúl Campoy, que define su propuesta visionaria como “un misticismo sucio.” Una perturbadora escritura en libertad, de una enorme fuerza expresiva que combina el verso con la prosa y fusiona lo lírico con lo narrativo, la visión con la denuncia, el autodestructivo desgarro emocional con una pesadilla sin despertar.
Un libro inagotable y poliédrico del que el lector sale con la misma turbación con que Dante abandonó el infierno: Metí la mano en el bolsillo y saqué el diente de lobo y me lo tragué; / me di la vuelta y salí del bosque de mi infancia.
Santos Domínguez