
Beckett es uno de los grandes representantes del pesimismo literario, de la visión absurda de la existencia. En una de sus cartas proclamaba:
"Si pesimismo es un juicio en el sentido de que el mal sobrepasa al bien, no se me puede acusar de pesimista ya que no tengo ni deseos ni competencia para juzgar. Simplemente he encontrado más de lo uno que de lo otro."
El pesimismo como concepción realista de la vida. Si nos ponemos un rato a pensar en los males que pueden acecharnos en cualquier instante y en lo irremediable de nuestro final, estaremos de acuerdo con él.
"Los días felices" es una obra teatral angustiosa, concebida para que el espectador se sienta incómodo desde el primer momento con lo que observa en el escenario. Winnie es una mujer enterrada hasta el pecho en un montículo calcinado. Vive en un desierto de calor extremo, sin vida alrededor. Su marido está con ella, oculto en un agujero del que solo puede salir arrastrándose torpemente. No sabemos lo que ha producido esa situación, aunque según las anotaciones de Beckett en las primeras versiones de la obra, parece que ha sido una especie de guerra nuclear, aunque esto en realidad no tiene importancia.
En todo caso, en esta situación extrema, en la que solo puede mover los brazos y la cabeza, Winnie procura que sus días transcurran en una plácida felicidad. Para ello oficia algunos rituales cotidianos, como peinarse, mirarse en un pequeño espejo o limpiarse los dientes, de manera pausada, tratando de mantenerse ocupada en el transcurso de las largas horas de que consta el día, siempre agradeciendo el más pequeño detalle que le haga sentir que está viva, hablando sin parar, como alucinada, como si cerrar la boca significara estar muerta.
Además de escucharse a sí misma, Winnie necesita sentir que alguien le escucha o que al menos tiene la posibilidad de hacerlo:
"Quisiera no saber lo que dijese nada decir, hablar, hablar tan solo; - con palabras vacías de sentido - vaciar el alma. ¿Qué importa el sentido de las cosas si su música oís, y entre los labios - os brotan palabras como flores - limpias de fruto?"
Su marido Willie parece que hace tiempo que renunció al mundo y solo existe como por inercia, perdida ya gran parte de su humanidad. Cualquier contestación a una pregunta, siempre de manera breve y banal, a veces con meros monosílabos, es celebrada por la protagonista como una confirmación de su felicidad vital.
La obra es en realidad un largo monólogo de Willie (uno de los personajes femeninos más difíciles de interpretar en el teatro), con alguna leve réplica de su marido. La protagonista se aferra a la existencia, cualquier excusa es válida para ello, pero la cruda realidad va imponiéndose poco a poco. Beckett no es un moralista y deja que el espectador saque sus propias conclusiones, que no van a ser gratas en ningún caso.
La lectura de esta obra marca como pocas, pero poder verla representada en el teatro debe ser una experiencia inolvidable. A ver si un día se me presenta la oportunidad...