Artículo escrito por Marcos G. Rayado (@marcosfutbol).
No existen días sin fútbol porque es el deporte más famoso del mundo. Siempre habrá algún partido en juego. La tecnología -aunque sea de manera ilegal- hace posible que podamos ver un encuentro entre dos equipos mediocres de la otra punta del planeta. Y, por lo menos para mí, uno de los mayores placeres es ver a veintidós jugadores de los cuales no sé absolutamente nada. Sin expectativas. Sin tener ni la más ligera idea de qué puede ocurrir.
No existen días sin fútbol; es un error de concepto. Existen días en los que no juega tu equipo, o no juegan Leo Messi y Cristiano Ronaldo. Días en que los mejores futbolistas del mundo descansan. Ver solo a los mejores es una opción válida -y probablemente más sana- que engancharse a un Tailandia-Corea del Sur sub19, pero la pasión cuando el balón cruza la línea y es gol es la misma en ambas partes del mundo. Y por muy bajo que sea el nivel, siempre habrá alguien que te cautive.
Eso me sucedió hace unos días en un partido entre los equipos sub21 de Malmö y Hammarby. No sabía qué se jugaban ni conocía a ningún jugador, pero en sólo diez minutos de encuentro, el extremo izquierdo del Malmö ya me había llamado la atención. Sus compañeros le buscaban constantemente y él siempre se marchaba de su defensor y generaba peligro. Su nombre, en ese momento, no importaba.
Después me puse a investigar, y reconozco que me llevé una pequeña decepción. La joven promesa a la que creí ver no es tal. Ya tiene 26 años y se trata de Tobias Sana, exjugador del Ajax, actualmente en Suecia de nuevo. Supongo que estará jugando con el filial mientras se recupera de una lesión. ¡Con razón iba tan sobrado! De todos modos, eso no importa.
No existen días sin fútbol, porque el fútbol también es esto. Aprender, descubrir y disfrutar cuando rueda el balón. Apreciar las cosas pequeñas y emocionarse con los detalles, porque más allá del gran espectáculo, del negocio y del arte, el fútbol también es un juego maravilloso.