Según crónicas españolas, cuando Hernán Cortés y los demás colonizadores llegaron a México, el emperador Moctezuma y sus súbditos creían que se trataba del dios Quetzalcóatl, que había cumplido su promesa de regresar a su tierra. Se dice que por ello los aztecas fueron tan confiados y pacíficos con estos extraños seres venidos del mar…
Los pueblos de América Central y de América del Sur mantenían en su recuerdo la visita, en la noche de los tiempos, de unos hombres blancos, altos, rubios y barbudos que les enseñaron la ciencia, la técnica y las leyes básicas para que su civilización progresase. Pero un día desaparecieron, prometiendo su regreso. Según cuenta el conquistador Francisco Pizarro, en Cuzco vio una estatua de tamaño colosal que representaba a un sujeto vestido con una túnica y calzado con sandalias.
En todas las antiguas leyendas de los pueblos andinos aparece un individuo de similares características, siempre envuelto en un halo de misterio. Aunque sea conocido por distintos nombres, se trata casi siempre de la misma figura: Viracocha, maestro de la ciencia y la magia, el cual esgrimía terribles armas mortíferas. Llegó en los tiempos del caos para restaurar la paz y la civilización en el mundo. La misma historia es compartida, aunque con numerosas variantes, por todos los pueblos de la región andina.
Comienza con la descripción de una pavorosa época en la que la Tierra padeció una gran inundación que la sumió en las tinieblas debido a la desaparición del Sol. La sociedad fue víctima del caos, y las gentes sufrieron un sinnúmero de desgracias. Entonces es cuando apareció de forma inesperada un hombre blanco, de gran estatura y talante autoritario.
Viracocha
Viracocha es el gran dios creador en la mitología pre-Inca. Fue una de las más importantes deidades en el Imperio Inca y visto como el creador de todas las cosas. Según los relatos transmitidos de generación en generación, Viracocha creó el universo, Sol, Luna, estrellas, el tiempo e hizo que el sol se moviera sobre el cielo; y después, creó la civilización.
Viracocha era adorado como dios del sol y de las tormentas. Curiosamente, como muchos otros dioses de Mesoamérica, viajó a través de las tierras enseñando diversos conocimientos a la humanidad antigua y trayendo orden y civilización a los habitantes de América del sur. Según los relatos mitológicos, Viracocha se levantó desde el lago Titicaca durante el tiempo de la oscuridad para traer la luz. Hizo a la humanidad de piedras, pero su primera creación fueron unos gigantes con poco intelecto, lo cual no le gustó.
Su culto estuvo repartido por el sur andino y su vigencia está asociada con antecedentes religiosos de las culturas Huari y Tiahuanaco. Tenía como compañero a un pájaro con forma de picaflor de oro, que podía conocer el pasado y el futuro. Las plumas del ave, mensajero de los dioses, se usaban en la corona del emperador Inca.
A Viracocha lo representaban con dos varas en las manos, como si fuesen jabalinas u hondas. Se dice que Viracocha seguía el camino del sol, perdiéndose en el océano y estableciéndose después en el cielo. Viracocha es representado como teniendo una barba y un bigote algo muy inusual, pues los nativos de esta parte de América carecían de estas largas barbas y bigotes. Otro aspecto realmente extraño en la representación de Viracocha es su gran parecido a los antiguos dioses de la antigua Sumeria en Mesopotamia. ¿Por qué los diseñadores de esta estatua representan su dios más importante con características similares a dioses de otras partes alejadas del mundo?
Quetzalcóalt
Este personaje alto, rubio, blanco, barbado y de profunda cultura ha dado margen a la creación de varios mitos y leyendas que los antropólogos, científicos y exploradores extranjeros han entretejido de una maraña cada vez más difícil de desenredar.
En la mitología Tlahuica, tan confusa como la Griega, se borda una historia con respecto a Quetzalcóatl, semejante a la del nacimiento del Rey Salomón, pues se dice en los antiguos códices que Quetzalcóatl fue hijo de una mujer virgen llamada Chimalma y del Rey-Dios Mixtocóatl, monarca de Tollán. Avergonzada por haber dado a luz sin matrimonio, Chimalma puso en una cesta al niño y lo arrojó al río cuando unos ancianos lo recogieron para criarlo y educarlo, habiendo llegado a ser un hombre sabio y culto que al regresar a Tollán, se hizo cargo del gobierno.
Por otra parte se dice que Quetzalcóatl fue un hombre rubio, blanco, alto, barbado y de grandes conocimientos científicos, que enseñó a los pobladores de lo que hoy es México, a labrar los metales, orfebrería, lapidaria, astrología …, aunque jamás se llegó a saber su nacionalidad y su procedencia. Cuenta la leyenda que habiendo bebido el suave neutle se emborrachó y cometió actos bochornosos después de lo cual decidió marcharse para siempre tomando el rumbo del Golfo de México o Mar de las Turquesas. En un suicidio ceremonial al cual le acompañaban cuatro mancebos sus discípulos, se hundió para siempre, renaciendo como la estrella de la Mañana y posteriormente adoptando el nombre de Quetzalcóatl, que quiere decir serpiente emplumada o serpiente de plumaje hermoso.
Los Mayas adoptaron a Quetzalcóatl como deidad pues hasta allá llevó sus conocimientos y su cultura pasmosa, colocándole el nombre de Kukulcan, que quiere decir lo mismo, serpiente emplumada o Votán ( que debe haber sido su nombre real) y recibieron de él las más sabias enseñanzas tanto religiosas como políticas y artísticas.
Los sumos sacerdotes toltecas eran la representación de Quetzalcóatl en la tierra, su principal deidad y era el título que recibían estos mandatarios. Incluso se le identificó con un personaje histórico, el rey de Tula Ce Ácatl Topiltzin, quien vivió entre los años 895 y 947 de la era cristiana, quien decían era rubio y con barba. Este personaje fue conocido por crear un reino de paz, sabiduría y proliferación artística. Así como por prohibir los sacrificios humanos de los seguidores de Tezcatlipoca, los cuales los suplantó por ofrendas como la liberación de aves y mariposas en lo alto de los templos.
Pintura de Diego RiveraLos Chachapoyas, descendientes de dioses
Y es que la presencia de hombres de raza blanca en América, a parte de estar documentada en las crónicas de los conquistadores españoles, aún es observable en diversas regiones indígenas, como por ejemplo, en la región andina peruana de Chachapoyas. En esta región montañosa situada en las fuentes del Amazonas, a más de 2.000 metros de altitud sobre el nivel del mar, en la actualidad existen aún lo que se conocen como ‘gringoitos’, personas de rasgos europeos, cabellos rubios, que no provienen de colonos europeos, sino que su presencia en la región está documentada como anterior a la conquista española.
Entre las representaciones que han quedado escritas en diversos edificios, podemos ver dibujos y figuras representaciones de barcos de grandes proporciones, lo que nos da a entender que los primeros chachapoyas, bien podían haber llegado desde Europa a América vía marítima. Siguiendo las corrientes oceánicas, desde el oeste de África habrían llegado hasta las costas de Sud América, para, remontando el curso del río Amazonas en barco, finalmente instalarse en las más frescas regiones andinas, evitando el calor tropical. Los chachapoyas eran temidos guerreros.
Utilizaban como arma hondas idénticas a las de los antiguos habitantes de las islas Baleares. Eran maestros en el arte de la trepanación del cráneo, para aliviar la presión craneal, al igual que los celtas. También coinciden con los celtas en que coleccionaban cabezas cortadas de sus enemigos. Construían casas de piedra redondas, con un diámetro de entre 7 y 9 metros, casas idénticas a las celtas. Todavía hoy pueden verse las ruinas de las murallas de su imperio, muros enormes en elevaciones montañosas que recuerdan fortalezas europeas.
Si nos centramos en los actuales descendientes de los chachapoyas blancos, vemos cómo entre ellos predominan aún rasgos raciales nórdicos, cabellos rubios, ojos claros, piel blanca rosada o pecosa, pese a que el mestizaje amerindio se halle muy introducido. Si bien, ateniéndonos a la historia oficial, nos puede parecer un misterio, esto nos demuestra que América fue conocida y habitada de muy antiguo por pueblos arios, quienes, tal vez, fueron los descendientes de los “dioses blancos” creadores de los antiguos imperios.
Momia Wari
Fue bautizada como “La Dama de la Máscara”, la primera tumba wari hallada intacta en la huaca Pucllana en Lima hace cuatro años. Los arqueólogos que cavaban en una zona residencial de la capital de Perú descubrieron tres momias de más de mil años de antigüedad. Los científicos concluyeron que los restos humanos hallados pertenecieron a la civilización Wari, que dominó los Andes peruanos antes del imperio Inca.
Una de las momias era de una mujer con una máscara de cerámica en la que aparecen pintados unos grandes ojos azules, lo que aparentemente la identificaría como miembro de una familia noble. En la misma cámara mortuoria que la mujer también fueron hallados los cuerpos momificados de otro adulto y al menos un niño, probablemente sacrificado para que acompañe a alguna de las personas muertas en su camino al más allá.
Muchas de las otras tumbas fueron saqueadas hace siglos, probablemente por los conquistadores españoles en busca de piedras y metales preciosos. La cultura Wari dominó la región entre los años 700 y 1100 de nuestra era. Estos descubrimientos siempre ayudan a completar el paisaje étnico de la región, que ha sido base de numerosas civilizaciones desde mucho antes de que América fuera colonizada por los europeos.
¿Quiénes eran estos hombres blancos tan distintos físicamente a los pobladores del centro y sur de América? ¿Es solo un mito o fueron verdaderamente personas, seres reales, que les dieron a estos pueblos la información sobre arquitectura, astronomía, trabajo en metales, orden político, social y religioso, que necesitaban para su desarrollo? ¿Hubo acaso un tráfico de tecnología, por parte de hombres blancos, mucho, pero mucho más antes de la llegada de los españoles a América?
Fuentes: PueblosOriginarios // Wikiwand