Título
Los dioses también mueren
Datos de publicación
Alrevés Editorial. Barcelona 2023. 362 págs.
Datos del autor
CARLOS SALEM nació en Argentina y lleva en España «algo más de media vida». Es novelista, poeta y periodista. En narrativa, la novela negra es su campo de acción habitual, aunque como le definió el gran Fernando Marías: «Salem es un género en sí mismo». Desde que debutó en 2007, sus obras han sido publicadas en Italia, Alemania y especialmente en Francia, donde goza de gran prestigio.
Ha ganado los premios Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón, Novelpol, París Noir, Mandarache, Internacional Seseña de Novela, Valencia Negra y Violeta Negra, además de ser finalista en varias ocasiones del Dashiell Hammett, o de los Prix 813 y SCNF en Francia.
Entre sus títulos destacados: Camino de ida, Matar y guardar la ropa, Pero sigo siendo el rey, Cracovia sin ti, Un jamón calibre 45, En el cielo no hay cerveza, Muerto el perro, Un violín con las venas cortadas o El último caso de Johnny Bourbon. Los que merecen morir y Madrid nos mata fueron las dos primeras entregas de Dalia Fierro, Severo Justo y la Brigada de los Apóstoles.
Sinopsis de la obra
El brazo de un veinteañero desaparecido hace cuarenta años es hallado en Madrid. Lleva un anillo de oro con el símbolo de Zeus. Es la primera pieza de un puzle humano disperso por toda Europa que la Brigada de los Apóstoles deberá resolver…
Reseña
UNA FAMILIA
Tiene el tercer caso de Severo Justo y Dalia Fierro un cierto aroma a despedida, un adiós que a ratos parece que Carlos Salem se encargara de alimentar, como si la Brigada de los Apóstoles estuviera empezando a encaminarse a su fin. Esa amenaza parece cernirse sobre este grupo tan peculiar durante una trama en la que se entrecruzan dos casos un tanto dispares, siendo uno de ellos de afección personal para el propio Severo Justo.
Esta tercera entrega de la serie juega mucho con la complicidad del lector, lógico cuando ya hemos pasado a formar parte de esta extraña familia, porque el peso no lo llevan sólo Justo y Dalia (con sus “Dalias”), y porque ya nos hemos habituado a Dolores, al forense Caronte y al resto del personal de la brigada.
Carlos Salem ha sabido armar un universo en el que nos hemos sentido muy bien acogidos, logrando incluso que como lectores hagamos nuestros los problemas de todos estos seres: la soledad acompañada de Dalia, la sombra de la muerte en Severo, las voces de los muertos de Caronte, las dudas de Lorna, y así sucesivamente. Y lo mejor es que eso nunca va en detrimento de las tramas argumentales, porque los casos que han de resolver, y las intrigas oficialistas, tienen un gran peso en la novela.
Un peso que es lógico, porque de ellos depende que cada entrega funcione, que las tramas tengan un interés creciente, y que los obstáculos de la brigada sean algo que deban superar entre todos. A la aparición de miembros amputados de muertos de larga duración se une en esta ocasión lo personal de Severo Justo, la muerte de su madre y la extraña (por ser benévolos) relación que ha mantenido siempre con su padre. Esa división argumental, lejos de dinamitar la novela, la enriquece, como también lo hacen los viajes a Los Alpes o a Moraleja, o las cuitas vitales de Caronte, Lorna o Dalia.
Quien piense que manteniendo tantos frentes abiertos no se puede construir una novela potente y de calidad es que no conoce a Carlos Salem. El autor argeñol, prolífico como pocos, encontró en estos inadaptados el grupo idóneo para encauzar sus últimos pasos negros, y por suerte para sus lectores, creemos, y deseamos, que va a seguir haciéndolo, porque aún hay algunas cuestiones pendientes de saldar, y porque también la sombra de Avellaneda puede llegar a ser muy muy alargada. Sigamos disfrutando.
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