Título: Los Doce (The Twelve)
Autor: Justin Cronin
Traducción: Eduardo G. MurilloEditorial: Umbriel (septiembre 2013)Año de publicación: 2012Páginas: 793
Precio: 22 euros
Los Doce, segunda parte de la trilogía vampírica de Justin Cronin, iniciada con El pasaje de la que podéis leer la reseña aquí, es básicamente un libro de entretenimiento puro y duro, una novela que combina acertadamente los momentos de acción, las clásicas ya situaciones postapocalípticas y el irnos presentando poco a poco a una multitud de personajes. La lectura es muy ágil y entretenida y si os gustan los relatos de vampiros o zombies y las historias postapocalípticas os encantará. No voy a contar gran cosa del argumento porque destriparía totalmente tanto la primera parte para quien no la haya leído, así como esta segunda. Baste decir que un experimento se les va de las manos a sus organizadores, creando una nueva raza de seres con ansia de sangre. En ese mundo, dominado por estos vampiros, los humanos han de aprender a sobrevivir con nuevas reglas. En esta segunda parte encontramos a muchos de los personajes que conocimos en El Pasaje y a otros nuevos que son los que realmente dotan de interés a la historia. Los personajes que ya conocimos en la primera parte parece que han quedado agotados y sus historias no resultan ni de lejos tan apasionantes como las de los nuevos. Tres personajes y sus historias son los que atrapan al lector: Lila, una mujer embarazada cuya manera de afrontar este apocalipsis es bloquear su mente e ignorar lo que está sucediendo; Grey, un ser especial que contra todo pronóstico decide proteger a Lila; y Kittridge, un superviviente nato, cuya escena escapando con un cochazo de un garaje justifica por si sola la lectura de la novela. El autor va dando saltos temporales, desde el momento justo posterior a la infección, donde vemos cómo algunos personajes tratan de sobrevivir y cómo el ejército toma algunas medidas de lo más drásticas (para mi gusto las mejores partes del libro), pasando al presente, casi 80 años después de la infección viral, donde se ha pasado a vivir lo mejor que se puede con la situación, y donde algunos personajes han aprovechado la ocasión para someter a la población y vivir literalmente de ellos. En medio, algunos saltos temporales intermedios, con grandes momentos como el asfixiante maizal, donde desde el minuto cero se masca la tragedia. La habilidad de Cronin para mantenernos en vilo en esos momentos de tensión es inmejorable. Es una gran contador de historias, y de hecho, nos cuenta distintas historias con diferentes personajes y épocas como protagonistas, ahí es donde el autor da totalmente en el clavo. Sin embargo, cuando comienza a juntar personajes, a trazar una línea argumental conjunta, es donde todo se viene abajo. La historia principal es aburrida, no se sostiene, abusa de los momentos bélicos y de acción, los personajes que tenían fuerza en sus historias individuales se diluyen, y el tema del virus queda en segundo plano. Hubiera sido mejor que el autor hubiese hecho un libro de relatos que una gran novela, contar pequeñas y originales historias se le da muy bien, engarzarlas y crear una gran historia, fatal.
Además, el libro tiene otros fallos aparte de los que ya he señalado, entre ellos la falta de originalidad, algo en parte consecuencia de ser la segunda parte de una historia que ya conocemos (y que se repite constantemente para refrescar la memoria al lector, algo que por otra parte se agradece ya que leí el primero hace tiempo y no recordaba muchas cosas), y en parte porque toma mucho de otras historias ya existentes. Que Justin Cronin es un alumno aventajado de Stephen King ya lo comenté al leer la primera parte, también ha habido algunos pasajes que me han recordado a la serie de televisión The walking dead, como es el caso de la historia del último de Denver (una de mis favoritas). Y es que estos vampiros podrían ser zombies o cualquier otra especie de infectados por un virus que atacan indiscriminadamente a la población y que dejan un mundo destruido en el que es difícil sobrevivir.
Tengo que reconocer que en muchos tramos el libro me ha aburrido, y eso a pesar de que es uno de esos best sellers que se leen sin esfuerzo, plagado de diálogos y frases cortas, y mucha acción que garantizan una lectura que se desliza sola. Sin embargo, el hecho de que sea tan desigual, que tenga historias y personajes que atrapan totalmente, y que, de repente, el autor prescinda de ellos y pase a otros personajes y situaciones que no tienen ningún interés, y que alarga sin motivo alguno, con largas conversaciones que no llevan a nada, con secuencias de acción interminables que aportan poco, es lo que me atascaba en la lectura. Uno de sus grandes inconvenientes es el de tener casi 800 páginas, muchas de las cuales sobran, ahí es donde se nota que el autor, con buenas ideas, y maestría para llevarlas a cabo, estira y estira la historia para poder llegar al volumen de páginas que tiene en mente. Con la mitad del libro habría más que suficiente. Y lo mismo digo del hecho de que sea una trilogía, con un único libro tendríamos más que suficiente. Una pena esa manía de querer estirar las cosas. Aún así, reconozco que espero que no tarde en salir la tercera y ultima parte The city of mirrors y saber cómo acaba todo.
Como os comenté en una entrada anterior, esta lectura la he hecho con mis compañeros del Reto 10x10, a los que les agradezco el haber compartido lectura, comentarios y buenos momentos, y gracias también a Umbriel por facilitarnos los ejemplares. A continuación las reseñas de mis compañeros:
Book Eater
Telaraña de libros
Torre de Babel
Nudo y desenlace
Déjà Vu Literario