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Los “docu-realitys”, mejor que los yogures de activia

Publicado el 11 julio 2013 por Siempreenmedio @Siempreblog

11 julio 2013 por JLeoncioG

La casa de la Marquesa, en la entrada del Mayorazgo de Franchy, en La Orotava, ha sido el escenario de un docu-reality llamado Un príncipe para Corina. Mi pueblo es una cosa peculiar, y los cambios que está dando en los últimos años hacen restregarse los ojos a los más tradicionalistas y conservadores, y disfrutar con una sonrisa de oreja a oreja a los más glamurosos y modernos (de pueblo, claro). Desde que el alcalde puso unos bolardos, cadenas de la edad media y macetones con geranios por todos los lados, pasamos de ser simplemente “la villa”, a tener un elegante “plató de cine” o al escenario en el que todos los pijos del mundo quieren casarse (todo perfecto hasta aquí, oportunidad de negocio e ingresos para la localidad).

Pero lo del “docu-reality” este ha sido el no va más, y pese a que por más que lo intenté no vi la parte docu por ningún lado (y mira que he visto docus en la dos, de esos en los que la hiena se come a la gacela y eso), me he quedado perplejo al pensar que la “reality” actual (de la sociedad actual de los jóvenes actuales), es algo parecido a lo que mis ojitos, cansados por la presbicia y acomodados entre sus patas de gallo, pudieron presenciar el pasado lunes en la caja tonta: Líder de audiencia televisiva de la jornada se convirtió la final del programita de marras, en el que no sé cuántos simplones hacían pollabobadas continuamente para que una niñata, eso sí bastante guapita, les diera un besito en los labios.

Y pese a todo, me he enterado de muchas cosas viéndolo. Por ejemplo, que ahora los hombres se clasifican en cuatro grupos: guapos, simpáticos, nerds y únicos (por más que he intentado meterme en alguno de estos conjuntos o estereotipos no encuentro el encaje -ni siquiera en el de los nerds, porque no sé ni qué coño es-). Y la segunda cosa: que para que una rubia te “quiera” debes hacer el tolete cuanto más mejor y tener tatuado en el pechito cuantos más rebujatos, mejor.

Por lo demás, en este país se retiran publicidades ¿sexistas? como las que ponía aquí ayer mi compañera Prósperaenmedio y se aplauden programas de este tipo, en el que media humanidad ve como un grupo de rebenques hace el rebenque y una simplona, asesorada por otros dos “modernos” consejeros, elige entre lo que la producción del programa le ha propuesto a golpe de guión (previsible y ridículo, además). Y todos tan felices.

Mientras pasaba todo esto me empezaron a sonar las tripas, y tuve que ir al retrete.

Pd.: se preguntarán qué hacía yo viendo esto, y se los aclararé: tenía problemas de tránsito intestinal, y se me han aliviado.


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