Revista Salud y Bienestar
Los documentos de voluntades anticipadas, principal fuente de conflictos éticos en la práctica clínica
Por FatLa previsión es un factor clave para preservar la salud y curar la enfermedad. Así, cuando el saber médico era muy elemental, la enfermedad era tenida por un acontecimiento fortuito, y la acción médica tenía entonces un carácter esporádico. En la actualidad, hay muchas técnicas que permiten la prolongación de la vida, aunque en condiciones que pocos seres humanos desearían para sí mismos. Sin embargo, lo peor de todo es que muchas veces hay que aplicar dichas técnicas en situaciones en las que los propios interesados carecen de capacidad para decidir. De ahí la creciente importancia que está adquiriendo la expresión previa de las voluntades por parte de los pacientes.
Con el objetivo de gestionar todas aquellas situaciones que se puedan derivar de aquí, la Fundación de Ciencias de la Salud y la Fundación para la Formación de la Organización Médica Colegial (FFOMC) han editado su quinta Guía de Ética en la Práctica Médica, que trata en esta ocasión de la “Planificación anticipada de la asistencia médica”. De lo que se trata es de “identificar los conflictos de valores que se dan en ese ámbito y el modo de resolverlos, buscando las soluciones más razonables y prudentes”, ha explicado el profesor Diego Gracia, presidente de la Fundación de Ciencias de la Salud, durante su intervención en el seminario-debate celebrado esta mañana en la sede de la OMC.
La guía parte del análisis de casos paradigmáticos, cada uno de ellos con una solución concreta, y el método propuesto es el de la deliberación, tan antiguo como la propia ética. El objetivo es la toma de decisiones prudentes o razonables. “No se trata de que todo el mundo adopte la misma decisión ante un caso concreto, sino que todos lleguen a decisiones prudentes”, explica el profesor Gracia. En este contexto, “la planificación anticipada de la atención es una consecuencia lógica del nuevo estilo de relación clínica y, antes que todo esto, se trata de una cuestión ética”. Consiste en que los profesionales sanitarios prevean las situaciones futuras y tomen decisiones sobre cómo proceder ante sucesos que puedan acaecer. Sin embargo, “en medicina ha sido más frecuente la improvisación que la planificación”, añade.
El consentimiento informado es el primer paso en la planificación de la asistencia. “Sería un proceso comunicativo entre los profesionales clínicos y el paciente para que éste, capaz y debidamente informado, pueda decidir de forma libre y voluntaria sobre una actuación referida a su cuerpo o su salud”, explica el experto. “Hoy es evidente que las decisiones en general, y las médicas en particular, no pueden tomarse sólo con hechos, sino que han de incluir valores, lo cual obliga a la exploración de este aspecto por parte de los profesionales sanitarios, que es una gran asignatura pendiente de la medicina”. Las legislaciones exigen además que de esto quede constancia escrita a través de la cumplimentación de unos documentos específicos.
-Historia de valores
Por su parte, la historia de valores es un documento en el que el paciente pretende expresar y dejar constancia de sus preferencias y valores en materia de salud, proporcionando información a los profesionales sanitarios, sus familiares u otras personas que deban tomar decisiones sobre su vida y salud cuando él ya no sea capaz de tomarlas. “Orienta el proceso de toma de decisiones, eliminando posibles conflictos y disminuyendo la incertidumbre y ansiedad de aquellos que asumen esa tarea”, señala el doctor José Luis Rodríguez Sendín, presidente de la OMC. “Es recomendable revisarla y actualizarla periódicamente”. Para garantizar su conocimiento y su aplicabilidad, “conviene incorporar este documento a los de voluntades anticipadas y a la historia clínica”.
Las voluntades anticipadas tienen por objeto tomar con antelación decisiones sobre la asistencia sanitaria, en previsión de que el paciente no esté capacitado para ello. “El hecho de que estas decisiones se tomen con antelación al momento en que tienen que aplicarse las hace particularmente complicadas”, apunta. El profesional tiene con frecuencia muchas dudas sobre la solvencia de este tipo de declaraciones. “La mejor manera de resolver los problemas que plantea la expresión anticipada de la voluntad de los pacientes es a través de un buen conocimiento de su sistema de valores, que el paciente puede haber transmitido al profesional y que debe haber quedado registrado en la historia clínica y en el documento de voluntades anticipadas”.
En el documento de voluntades anticipadas, en el que el paciente expresa su voluntad en relación con los cuidados y tratamientos que desea recibir cuando no sea capaz, se pueden incluir decisiones específicas sobre los tratamientos de soporte vital (como la de no intentar la resucitación), medidas de sedación y analgesia, o medidas sobre el rechazo de sangre (especialmente en pacientes testigos de Jehová). Otras medidas más recientes son las órdenes médicas sobre tratamientos de soporte vital. Asimismo, se pueden incluir otro tipo de previsiones y manifestaciones: la donación de órganos o tejidos, el destino de su cuerpo, el uso de su material reproductor o la obtención y análisis de sus muestras biológicas.
Cuando los pacientes no se hallan capacitados para tomar decisiones y prestar su consentimiento informado, y tampoco existen voluntades anticipadas, la toma de decisiones corresponde a otras personas. En el ámbito de la salud han sido tradicionalmente los profesionales sanitarios, pero en la actualidad son mayoritariamente los familiares o allegados. “Antes de que la decisión sea tomada por un representante debe comprobarse si el paciente ha previsto qué hacer en tal circunstancia”, añade. El representante no tiene por qué ser el pariente más cercano, aunque realmente lo es en la mayoría de los casos. A pesar de todo, esta figura es esencial para incluir y respetar los valores de los pacientes en las situaciones en que éstos no son ya capaces de hacerlo personalmente.
**En la imagen, de izquierda a derecha, José Martínez Olmos, secretario general de Sanidad, José Luis Rodríguez Sendín, presidente de la OMC, y Diego Gracia, presidente de la Fundación de Ciencias de la Salud.
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