LA MÁS CRUEL DE LAS MENTIRAS SE DICE A MENUDO EN SILENCIO
El Sol saldrá a las 5,57 h. y se pondrá a las 18,04 h.
En el escenario actual de los medios de comunicación se pueden producir y difundir datos que llegan a lugares insospechados en cuestión de segundos. De hecho, los programas informáticos permiten tomar decisiones y ejecutar órdenes al instante. El no contar con estas herramientas tecnológicas tan cotidianas de interacción con el mundo está propiciando que naciones que ya llegaron tarde a las revoluciones tecnológicas de los siglos anteriores, formen parte hoy de los países con “analfabetismo digital”.
Es un brecha que aumenta las distancias entre los ciudadanos del primer mundo y el resto de la humanidad. Quedar al margen de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) puede hacer ahondar las diferencias entre los habitantes del planeta. Y hay que usar esta palabra porque en todo él es donde se está jugando quiénes son, en definitiva, los nuevos dueños del mundo. Tanto es así, que en el presente toda la tecnología militar, decisiones económicas o políticas hacen uso instantáneo de las redes de la información. Ser dueños de ellas permite controlar estados y establecer modelos sociales que, en definitiva, configuran las decisiones económicas.
Empresas norteamericanas como Yahoo, Google o Microsoft monopolizan un mercado del que se han ido apropiando por medio de adquisiones de empresas más pequeñas. Estos líderes del negocio informático, en la práctica, pueden llegar a ejercer de dueños silenciosos del mundo. Para ello basta imagir que un día cualquiera sus servidores, programas o aplicaciones dejaran de funcionar o fueran condicionados de un modo distinto. El colapso informático resultante podría tener consecuencias mayores a las de cualquier desastre natural hasta ahora conocido.
Por tanto hemos de desechar a los grandes gobernantes o a los influyentes banqueros. Los nuevos dueños del mundo se mueven entre las redes informáticas y la innovación tecnológica en un mercado planetario que no conoce fronteras. El negocio en que se hallan inmersos y su capacidad de alterar el orden de las cosas es de tal magnitud, que más valdría a los estados prever las consecuencias de un colapso informático, porque dejarlos así, al albur de la libertad de mercado, constituye un riesgo importante.