Revista Sociedad
Había varios temas que quería abordar esta semana, pero el trabajo y otras cuestiones me han tenido bastante ocupado, así que he tenido que esperar a que llegara el fin de semana y ponerme con ellos de forma tranquila y sosegada. Y voy a empezar con esta entrada dedicada al tema de la semana, del mes, del año y no sé si del siglo: la cadera rota del rey en una cacería de elefantes y su petición pública de perdón.
Bien es sabido por quienes me conocen que no tengo la menor simpatía por la monarquía como institución, ni por los Borbones como familia real española, y por tanto, nada de lo que hagan, sea para bien o para mal, me suele interesar lo más mínimo, salvo que sean cuestiones como la del yernísimo Iñaki Urdangarín y sus negocios sucios, que estoy seguro conocían en la Casa Real, o este episodio que ha removido los cimientos de la sociedad española por el significado que tienen. El rey Juan Carlos siempre ha sido muy amigo de estas expediciones, y en ellas ha sufrido distintas lesiones que, o no se conocieron, o se obviaron porque sucedieron en períodos de bonanza económica, y parecía que daba igual lo que pudieran gastarse o no en estos "caprichos" del monarca. Pero esta vez es distinto, ya que, mientras el país está sumido en la peor crisis económica de la historia, con un gobierno que aprieta el cuello y el bolsillo de los españolitos de a pie sin ningún rubor, este "señor" de casi tres cuartos de siglo de edad se dedica a ir a cazar elefantes en un safari -dicen que invitado, que no pagó la Casa Real- y se rompe una cadera, inmediatamente arreglada... ¡No me imagino yo a mi padre, de su misma edad, andando a los tres días después de caerse y romperse una cadera! ¡Menos mal que no ha pasado y espero que no pase! El caso es que a este señor parece importarle poco lo que pasa en España, que le da igual si cada día aumenta el número de personas que acuden a las oficinas del SEPE para apuntarse al "club" más numeroso de España. Parece que a la Casa Real le importa más bien poco que muchos españoles estén al borde de la pobreza, ellos que tienen un presupuesto que les hace vivir como maharajás, más que como reyes. Les da igual subirse a un velero de élite, viajar a todo confort a los lugares más exóticos y caros del mundo, irse de cacería... ¡Total, pagan los españoles!
Eso sí, el otro día pudimos verle con cara de pena, con pinta de cordero degollado, pidiendo perdón y diciendo que no volverá a pasar. Dicen que le honra, que en este país nadie pide perdón y que al menos él lo ha hecho. Pero yo pregunto, ¿y qué? Al final, mientras pide perdón piensa "a lo hecho, pecho" o "que me quiten lo 'bailao'"... Con la edad que tiene ya no creo que esté para muchas cacerías, pero seguro que si sale alguna, allí estará, eso sí, esta vez estará rodeado de médicos y de ayudantes -pagados por los españoles- que impidan una lesión, y nos lo ocultarán. A mí me trae al pairo su petición de disculpas y creo que hay algo que debería hacer si tiene un poco de coherencia. No voy a pedir que desaparezca la monarquía como institución porque no creo que sea para tanto, pero sí creo que el gesto más justo hacia todos es marcharse, abdicar, y dejar que su hijo el príncipe, si es que no nos sale rana, cambie los aires trasnochados de esta deteriorada monarquía que tenemos.
Bien es sabido por quienes me conocen que no tengo la menor simpatía por la monarquía como institución, ni por los Borbones como familia real española, y por tanto, nada de lo que hagan, sea para bien o para mal, me suele interesar lo más mínimo, salvo que sean cuestiones como la del yernísimo Iñaki Urdangarín y sus negocios sucios, que estoy seguro conocían en la Casa Real, o este episodio que ha removido los cimientos de la sociedad española por el significado que tienen. El rey Juan Carlos siempre ha sido muy amigo de estas expediciones, y en ellas ha sufrido distintas lesiones que, o no se conocieron, o se obviaron porque sucedieron en períodos de bonanza económica, y parecía que daba igual lo que pudieran gastarse o no en estos "caprichos" del monarca. Pero esta vez es distinto, ya que, mientras el país está sumido en la peor crisis económica de la historia, con un gobierno que aprieta el cuello y el bolsillo de los españolitos de a pie sin ningún rubor, este "señor" de casi tres cuartos de siglo de edad se dedica a ir a cazar elefantes en un safari -dicen que invitado, que no pagó la Casa Real- y se rompe una cadera, inmediatamente arreglada... ¡No me imagino yo a mi padre, de su misma edad, andando a los tres días después de caerse y romperse una cadera! ¡Menos mal que no ha pasado y espero que no pase! El caso es que a este señor parece importarle poco lo que pasa en España, que le da igual si cada día aumenta el número de personas que acuden a las oficinas del SEPE para apuntarse al "club" más numeroso de España. Parece que a la Casa Real le importa más bien poco que muchos españoles estén al borde de la pobreza, ellos que tienen un presupuesto que les hace vivir como maharajás, más que como reyes. Les da igual subirse a un velero de élite, viajar a todo confort a los lugares más exóticos y caros del mundo, irse de cacería... ¡Total, pagan los españoles!
Eso sí, el otro día pudimos verle con cara de pena, con pinta de cordero degollado, pidiendo perdón y diciendo que no volverá a pasar. Dicen que le honra, que en este país nadie pide perdón y que al menos él lo ha hecho. Pero yo pregunto, ¿y qué? Al final, mientras pide perdón piensa "a lo hecho, pecho" o "que me quiten lo 'bailao'"... Con la edad que tiene ya no creo que esté para muchas cacerías, pero seguro que si sale alguna, allí estará, eso sí, esta vez estará rodeado de médicos y de ayudantes -pagados por los españoles- que impidan una lesión, y nos lo ocultarán. A mí me trae al pairo su petición de disculpas y creo que hay algo que debería hacer si tiene un poco de coherencia. No voy a pedir que desaparezca la monarquía como institución porque no creo que sea para tanto, pero sí creo que el gesto más justo hacia todos es marcharse, abdicar, y dejar que su hijo el príncipe, si es que no nos sale rana, cambie los aires trasnochados de esta deteriorada monarquía que tenemos.