1920 - el movimiento Dadá. Auric, Picabia, Ribemont-Dessaignes, Germaine Everling, Casella y Tzara.
El empleado o el embajador del modelo de negocio
Dos acepciones para designar el mismo elemento que contextos diferentes.
La Imagen Corporativa y su gran Valor de utilidad en espacios de conquista.
Los equipos de trabajo que son elegidos para poner a prueba las diferentes estrategias, políticas y procedimientos que permiten la supervivencia de la Imagen corporativa, abocada sin remedio, a la lucha por un puesto en el mercado a través de una feroz competencia que intenta, de cualquier forma posible, evitar la depreciación y la pérdida de su Valor Funcional, exige el aislamiento completo del objetivo de las formas de ejecución.
Las formulas a las que más provecho saca una Imagen Corporativa son las que evitan la comunicación entre distintos departamentos, las estructuras que aíslan son determinantes para evitar que el empleado ate cabos que denoten la cualidad de prueba o hipótesis que busca hacer más efectivo un discurso repetido hasta el infinito sostenido solo en el objetivo de seguir vendiendo, lejos de ofrecer soluciones. El empleado, obligado a emitir constantes formulaciones de ventas ejecuta una escucha que de forma subconsciente atrapa conceptos de los que tiene noticias a través de un cliente aturdido y enfadado de transitar por infinidad de departamentos que fingen estructurarse sobre estrategias distintas pero que vuelven a emitir el un discurso que se vuelve, a cada segundo que pasa, en su relación con el cliente en más absurdo. El descontento, la sensación de estar ejecutando una tarea que no tiene ningún sentido le obliga a expresar las incongruencias, la respuesta de la Imagen corporativa es "Debes evitar toda empatía con el cliente" y se esfuerza en desarrollar políticas más perversas de vigilancia y control de un discurso ya inútil, que obliga a la voz corporativa a envolverse en más fórmulas de cortesía obsoletas mientras intenta desviar la atención del empleado argumentando "francas y honestas" intenciones que vuelven a ser puestas en tela de juicio en la interacción con el cliente. La perversión de las políticas se vuelve más y más espesa y la Imagen Corporativa se aísla más.
El fracaso inminente de la Imagen corporativa en el deseo de permanecer en el mercado
La Imagen corporativa muestra su alto potencial de utilidad no más allá del entorno de la expansión y conquista de clientes potenciales, su capacidad para establecer relaciones de continuidad es del todo nula, no por la implicación o no en la aplicación de sus políticas y estrategias, sino porque todos y cada uno de sus soportes emiten pero no saben, ni pueden escuchar ofreciendo soluciones.
El empleado, en todos los puntos de encuentro con el cliente que, aún sin saber, sin querer y obligado a no hacerlo, escucha, no es la boca de donde estimaremos encontrar el desarrollo de los diseños complejos de relaciones que dará Imagen de Marca a un modelo de negocio, porque ni para eso le pagas, ni para eso le puedes reclamar, pero es el candidato perfecto para mediar entre el cliente y la ejecutiva que debe ser la encargada de emitir diseños complejos si quieres crear y cuidar una Imagen de Marca que aporte una Reputación adecuada.
Siendo un peón en las estrategias de la Imagen Corporativa, el empleado, en el desarrollo de una Imagen de Marcas es la pieza comunicadora más importante por que es quien recibe y emite Feedback, constituyéndose en un pieza relacional que debe transformarse en embajador. Su importancia en la implantación de conceptos de Marcas les otorga un papel fundamental y de alto valor de utilidad para la creación de una Cultura propia, única y exclusiva que aporte el nivel de confianza que se requiere para generar una Reputación óptima.