Hay empresarios y empresaurios. Éstos últimos aparecen todos los días en la farándula de los medios, son pseudo-patronos —saurios especuladores— que consiguieron sus canonjías gracias a la corruptela imperante en las cúpulas del PP y del PSOE, los partidos que privatizaron y siguen privatizando bienes públicos rentables, repartiéndolos entre los amiguetes. Así se hicieron los Alierta, los Botín, los Pizarro, o aquel Villalonga, huido a Miami, que era amigo de pupitre de Aznar, tras estafar a todo el que pudo con sus Terra. No, nada tienen que ver estos parásitos. que viven de los favores estatales, con los empresarios salidos de la calle, sin otros padrinos que su talento y su capacidad de trabajo.
A esta raza empresaurial, adicta al Estado, al monopolio, al saqueo de los países bananeros donde se instala sobornando a sus dirigentes, sólo cabe ponerla entre rejas o mandarla a un frenopático para psicópatas peligrosos. Los empresaurios esquizoides poco deben a otro talento que no sea la intriga y el ser hijo-de-algo; no son más que un subproducto del régimen juancarlero, de tufo neofranquista, que desgobierna al país desde hace más de treinta años, de espaldas al pueblo; concentrados en la colusión de intereses y la endogamia genética, pues entre ellos follan igual que unen a lo grande a la famiglia en sus negocios privados. El Régimen Juancarlero ha sido la gran partera(Caso Kio) de esta nueva clase híbrida de político-empresaurio, únicamente posible en un sistema reaccionario como el español, cuyo combustible es la corrupción y cuyo objetivo final es apoderarse totalitariamente del Estado, con el resultado por todos conocidos.
Y sin embargo, a pesar del hedor del régimen cocotero, estos personajes entrullables a perpetuidad, unos elementos que encajarían perfectamente como Kapos en cualquier campo de concentración del III Reich, tienen una alta consideración positiva entre las masas a las que saquean. Lo que no hace más que dar la razón al supuesto marxista cuando pontifica que quienes dominan los medios de producción crean la conciencia borreguil de la masa que sumisa va a dejar sus ahorros a Botín, o le vende su vida por una puta hipotequita de inmueble burbujeado.
Por el contrario, toda la animadversión social es dirigida por la partitocracia y sus oligarcas asociados contra el pequeño empresario, quien contribuyendo en más de un 80% al PIB del país es el que, con sus penurias, mantiene a toda la pirámide de golfantes y tragaldabas borboneros. Sin duda, es el pequeño empresariado el gran enemigo del Régimen, el que podría hacerle muchísima pupa si se uniera y actuaran. Por eso hay que desactivarlo estatalizando a la Patronal, por la derecha, para que con los verticales sindicatos UGT-CCOO, por la "izquierda", los acallen situándolos en la nada de la representatividad.
Pepe Fernández