Revista Opinión
Dice la Iglesia que los enemigos del alma son tres: el Mundo, el Demonio y la Carne. A los dos últimos es fácil identificarlos; en cuanto al primero, el Mundo, es, para el Vaticano, todo lo que no lleve sotana o no se pliegue a sus exigencias.Pero no quiero hablar ahora de los enemigos del alma, sino de los del Hombre, que son dos: las religiones y los mercaderes. Ambos conchabados para el objetivo común de someter al Hombre. Como de las religiones ya he hablado aquí suficientemente, me centraré en los mercaderes.Permítaseme decir (entre paréntesis y como concesión a este inicio de inspiración catolico-doctrinaria) que los mercaderes son el único colectivo que hizo perder la paciencia a Jesús, hasta tal punto que se lió a golpes con ellos. Es el único episodio de los Evangelios en que Jesús recurre a la violencia.
A los mercaderes bíblicos hoy día los llamamos multinacionales, financieras, bancos, especuladores, brokers, agencias de calificación y demás. Dentro de esta categoría hay una élite, a la que denominaré Internacional del Crimen Económico Organizado (ICEO), que son los que planifican y dirigen la economía mundial, ajenos a gobiernos, organizaciones internacionales e incluso a la inmensa mayoría de los demás mercaderes. Son un selecto grupo que maneja en la sombra.
Esta ICEO ha urdido en los últimos años un diabólico plan, perfectamente planeado y basado en el capitalismo salvaje, que tiene por objetivo final aumentar su poder adquiriendo mayor control sobre los resortes de la política y la economía mundiales y, sobre todo, el enriquecimiento personal de sus miembros hasta límites obscenos.
Esto lo consiguen a través de:- La rebaja de la calidad del empleo y de los salarios de los trabajadores del mundo entero.- El abaratamiento radical del despido (ellos lo llaman flexibilización del mercado de trabajo)- La degradación paulatina de las prestaciones y derechos sociales.- El retraso en la edad de jubilación.- La reducción del importe de las pensiones.
En suma, un golpe de Estado económico de nivel mundial en el que el principal afectado es el trabajador y el denominado Estado del Bienestar en el que los países europeos han basado su progreso.
El plan urdido por la ICEO, paso a paso, es el siguiente:
1.- Las agencias de calificación de riesgos, tipo Standard and Poor's, Moody's y Fich, que tienen el monopolio de esta actividad, otorgan la máxima categoría de garantía a una serie de entidades financieras y bancos, tipo Lehman Brothers, para que sus actividades y productos gocen de la absoluta confianza de los mercados.
2.- Estas entidades superconfiables, emiten una serie de productos muy atractivos que aseguran al comprador una gran rentabilidad. Dichos productos se difunden por todo el mundo y todos los mercados, desde Estados Unidos a Japón, de Islandia a Lisboa. Sin embargo, se trata de bombas de relojería, cuajadas de pura basura. Tipo las hipotecas subprime, incobrables porque se basan en créditos multimillonarios concedidos a gente sin recursos.
3.- Alguien de esa ICEO se encarga de desvelar el secreto en el momento adecuado: quienes tengan esos bonos tóxicos solo poseen bazofia sin valor. La crisis está servida. Muchos bancos y otras empresas ajenas a esa oligarquía que compone la ICEO, los han comprado, además de entidades públicas de muchos países, que han preferido especular a invertir en productos de menor rendimiento pero sólidos y conocidos.
4.- La crisis económica hunde muchas empresas y el paro se dispara. El empleo se precariza y quien antes hacía un trabajo por una cantidad, si ahora tiene suerte de volver a emplearse, lo hará por la mitad de sueldo y con menos derechos laborales. En suma, las empresas logran rebajar considerablemente los costes salariales. (Hay que tener en cuenta que el recurso de llevar sus factorías a países tercermundistas donde emplear a niños como mano de obra esclava es cada día más difícil porque vulnerar los Derechos Humanos tiene peor prensa que el despido libre y, además, son más difíciles de manejar que la ingeniería financiera) .
5.- El aumento del paro incrementa los costes de la protección social de los países europeos, la mayoría de ellos construidos sobre la filosofía del Estado del Bienestar. La actividad económica se reduce y también el consumo. Todo ello conduce a un aumento del gasto público y de la deuda de los Estados.
6.- Los gobiernos se ven obligados a rescatar a numerosas empresas y bancos ya que su quiebra sería catastrófica para dichos países, pues causaría miles de parados más, la pérdida del ahorro de los clientes (en el caso de los bancos) y la ruina de sectores completos de la producción industrial, como hubiera sido el caso de la industria automovilística. Esto aumenta todavía más la deuda de los Estados.
7.- Las agencias de calificación de riesgos antes mencionadas (que incompresiblemente mantienen una gran credibilidad a pesar de los graves fallos de sus vaticinios y que hicieron el más absoluto de los ridículos al conceder la máxima garantía a Bernie Madoff, el estafador más grande jamás conocido) rebajan el valor de la deuda de algunos países, como Grecia, primero, y España, después. Quizá le sigan Portugal e Irlanda.La deuda griega es catalogada como “bono basura”, hundiendo aún más al país. La UE, para comprometer su rescate, obliga al gobierno heleno a un ajuste brutal. ¿Por dónde debe recortar? Por el gasto público, es decir, rebajando los sueldos de los funcionarios públicos, las pensiones y las prestaciones en general. Más precariedad, más despidos y mayor abaratamiento de la mano de obra.
8.- Las autoridades financieras y las patronales de algunos países, como España, claman por una “reforma” del mercado de trabajo (léase más facilidades para el despedido). Es decir, más de lo mismo.
9.- Nadie quiere comprar deuda de Grecia y de los países devaluados porque son basura y no confían en que pueda pagarla en el futuro. ¿Nadie? No, alguien sí compra. Son los especuladores de la ICEO. Ellos sí compran esos presuntos bonos basura que nadie quiere. Los adquieren regalados, casi gratis.
10.- Poco a poco, esos países cumplen las medidas draconianas que les han sido impuestas a costa del sufrimiento de sus trabajadores, que son los que siempre pagan las crisis. El mercado de trabajo se asienta y consolida los recortes laborales: mayor facilidad para el despido, más temporalidad, menos prestaciones, retraso en la edad de jubilación, etc.
11.- Llega entonces el momento tan esperado, el de recoger: las agencias de calificación de riesgos elevan la confianza de la deuda de los países reajustados. El valor de sus bonos se revaloriza y su precio se multiplica. ¿Quiénes son sus propietarios? Los miembros de la Internacional del Crimen Económico. El pelotazo está servido.
Solo hay que dejar pasar unas décadas para repetir la operación porque los estados son incapaces de ponerle coto. A fin de cuentas los políticos no son los que detentan el poder real. Son simples marionetas de la Internacional del Crimen Económico Organizado.
¿Quiénes forman esa Internacional? Ni idea, pero existe. Seguro.¿He caído en la conspiranoia? Quizá, pero como dice un amigo, hoy día lo que resulta ingenuo es pensar que no existen esos contubernios, esas alianzas secretas de poderes económicos para manipularlo todo en su favor.
¿La solución? Quizá venga del ejemplo griego. La única forma de erradicar el mal es incendiar el edificio de abajo arriba para que de entre las cenizas del sistema resurja de nuevo el Hombre. Pero esta vez sin enemigos.