Llegan las fiestas de Navidad, y muy difícilmente escaparás a al menos una cena copiosa. Copiosa en todo: en comida, en bebidas alcohólicas y en excesos de todo tipo. Cuando uno se entrena sobre la bicicleta, uno de los errores más comunes en Navidad es la falta de moderación.
Tanto las bebidas (una cerveza antes de empezar, un vinito, unos chupitos, los cubatas luego) como la comida que se ingiere en Navidad tienen muchas calorías. La carne asada, el bacalao, los entrantes de picoteo con los que muchos se atiborran antes del plato principal. Por ejemplo, el bacalao es una buena fuente de proteínas, de muy buena calidad y equilibrado, pero suele llevar mucho aceite en su preparación; incluso cuando sea de oliva contiene muchas calorías.
Algunas carnes, como el pollo o el pavo, son alimentos sanos con proteínas de buena calidad y con pocas grasa; las calorías están en lo que se le agrega, por lo que hay que tener cuidado con las salsas y los rellenos. Claro que, al estar en Navidad, no te vas a contentar solo con comer una ensalada, beber únicamente agua y no probar los platos estrella del anfitrión de la casa.
En definitiva, el contenido calórico de los platillos navideños y de las bebidas que se toman para acompañarlos varía mucho dependiendo de los ingredientes y las cantidades utilizadas en su elaboración. Así que ahí van unos simples consejillos para no ganar un peso inesperado estos días, peso con el que luego tendrás que acarrear cuando termine la Navidad. Y cuando estés sentado en el sillín.
La moderación es vital. Sírvete porciones pequeñas o medianas, prueba de todo e intenta no repetir. Entendemos que un lechazo (o cordero lechal típico de Castilla) está muy bueno, y no pasa nada si te sirves otro poquito. El problema está en que muchos comensales se hinchan con determinada comida (y el lechazo asado tiene muchas calorías), y eso luego lo pagará tu organismo. Lo mismo con el alcohol, radicalmente malo para tu dieta. Si te hinchas a vino, luego brindas con orujo y luego arramblas con todos los cubatas que puedas, te haces un flaco favor a ti mismo y a tus aspiraciones deportivas.
Equilibra lo que comes. Por ejemplo, si en el menú hay algún tipo de hidratos de carbono como la pasta u otros, evita comer demasiado pan. Tampoco seas talibán y te prives del postre, pero fíjate en el consejo anterior y modera la ingesta. Trata de ser selectivo: si el menú consiste en platitos altos en calorías, puedes probar un poquito de cada uno (raciones más pequeñas), o bien elegir los que más te gustan.
Comenzar con una buena ensalada o verduras es una buena elección, porque además de que necesitas fibra, ésta ayuda a saciar un poco el hambre dejando menos espacio para los platos que engordan más. Una sopa o una crema, de verduras también, son igualmente buenas alternativas para la Navidad.
Antes de ir a una cena, toma frutas o algún zumo natural. De esta manera no tendrás tanta hambre.
Come despacio. Un clásico, del que existen abundantes pruebas científicas. El cerebro tarda alrededor de 20 minutos en recibir la señal del estómago de que está satisfecho. Dicho de otra forma: comer rápido, en comparación con hacerlo lentamente, reduce en el intestino la segregación de unas hormonas que provocan la sensación de estar lleno. La reducción de la segregación de dichas hormonas induciría, por tanto, a comer en exceso.
Haz ejercicio. ¿Qué mejor fecha para coger la bicicleta que la Navidad? El 25 de diciembre es un día ideal para machacarse, habida cuenta de que la gente estará descansando. Lo mismo para los días previos y posteriores a la Navidad.