En las últimas décadas, el buen uso del castellano en las aulas ha sufrido un claro retroceso. La generación «EGB» no tenía la permisividad que hay hoy en día, donde las faltas de ortografía se pasan por alto en mayor medida. En los años 70 y 80 del pasado siglo, no te corregían el examen si excedía de un número -no precisamente alto- de faltas de ortografía.