En el mundo hispanoparlante tal vez no es tan extraño que las asociaciones y páginas de escepticismo científico hablen sobre la existencia de Dios y cuestionamientos a la religión. En España tal vez la influencia de autores como Gustavo Bueno y Gonzalo Puente Ojea, influyó en este enfoque "extendido" del escepticismo hacia la religión, mientras que en Latinoamérica se ha tenido una fuerte influencia de los autores del nuevo ateísmo, principalmente de Richard Dawkins, Christopher Hitchens y otros. El nuevo ateísmo aparece casi al mismo tiempo que el escepticismo del ciberespacio, por lo que resulta completamente natural que estos autores fueran citados en los portales escépticos desde hace bastante tiempo.
Pero lo que tal vez muchos escépticos de esta última generación no son conscientes que, antes del 2000-2006, el movimiento escéptico casi no abordaba la cuestión de Dios. De hecho, las asociaciones escépticas, como CSICOP en EEUU o SOMIE en México, se veían de forma separada y con movimientos en paralelo a las ateas, como lo muestran American Atheist en EEUU y la AERM (que difundía los valores del humanismo secular) en México, trabajando de forma independiente. Aunque los escépticos, ciertamente en su mayoría, han sido ateos o agnósticos desde sus inicios, mucho tiempo se consideró que Dios y la religión eran temas que iban más allá de los objetivos de este movimiento.
También, en sus inicios, el movimiento escéptico recibió mucho apoyo de parte de religiosos liberales, deístas y fideístas. De hecho algunos de los fundadores célebres del movimiento escéptico creían en Dios, como se ve en los ejemplos de Harry Houdini o del matemático Martin Gardner, quien es autor de varios libros fundacionales del escepticismo científico. Hubo sacerdotes que contribuyeron a la desmitificación de lo paranormal, como el jesuita mexicano Carlos María de Heredia. Algunas encuestas realizadas en eventos y asociaciones escépticas apuntan a que cerca de un tercio de los miembros pertenecen a alguna variante del teísmo.
No significaba que los escépticos aprobaban las creencias religiosas, sino que para las primeras generaciones de escépticos la religión resultaba ser un tema demasiado amplio que fácilmente eclipsaría el resto de temas paranormales y misterios que los escépticos abarcaban tradicionalmente (psíquicos, fantasmas, pie grande, ovnis, etc). Y claro, también la conveniencia y la corrección política fue un argumento esgrimido con mucha regularidad. El movimiento escéptico no podía darse el lujo de ser feamente tachado de ateo y/o antirreligioso, cuando de por sí luchaban por la atención del público y los medios ante el auge de los psíquicos y los misteriodistas de los 70's y 80's. Los temas más relacionados con la religión dentro del movimiento escéptico se limitaban a asuntos como el creacionismo o la investigación de los milagros y las posesiones demoníacas, pero sin entrar en las preguntas sobre la existencia de Dios o del diablo.
El filósofo Paul Kurtz, uno de los fundadores del movimiento escéptico así como también del humanismo secular, apoyaba esta separación de objetivos entre el escepticismo y el secularismo (aunque siempre sostuvo que el primero debía fundamentarse en el segundo, además que también apoyaba la tesis de hacer investigación escéptica de la religión). Kurtz también llegó a sostener que el objetivo del movimiento escéptico (y del humanismo secular) está lejos de la propuesta negativa del ateísmo, sino que busca esforzarse en ofrecer una propuesta positiva, una alternativa a las creencias sobrenaturales: el humanismo secular y el naturalismo metodológico. Lo importante no sería disertar sobre si existe o no un dios, sino el demostrar que es perfectamente posible vivir una buena vida sin la creencia en dioses con valores seculares. Nada de esto significa que no se deba tratar críticamente las afirmaciones religiosas, pues todos estamos de acuerdo en que siempre deben ser tratadas así.
La cuestión es si hay espacio para estas críticas dentro del movimiento escéptico, si son parte de su campo y si es conveniente o no su inclusión dentro de los objetivos del movimiento. Ser "ateo" es una etiqueta, y nos guste o no, es una que con mucha frecuencia se entiende de forma distinta dependiendo de la persona que la usa. Y muchos autores, empezando por Bertrand Russell, y llegando a Carl Sagan, Bob Carroll, y Michael Shermer (en un inicio), evitaron la etiqueta "ateo". De hecho, varios divulgadores de hoy siguen evitando ser etiquetados así ( Neil deGrasse Tyson o Bill Nye, por mencionar dos grandes). Tal como el creador del podcast Skeptoid Brian Dunning dice:
Aunque ciertamente no oculto el hecho de que no tengo convicciones religiosas de ningún tipo, prefiero evitar la palabra "ateo" como la peste. Significa demasiadas cosas para demasiadas personas diferentes, la mayoría negativas; y siempre he esperado tener la menor negatividad posible en el trabajo que hago.
Por su parte, el difunto autor de The Skeptic's Dictionary, Robert Todd Carroll, explicaba que:
El ateo es un hombre de paja creado por los teístas. Todos los días hay cientos de teístas piadosos que escriben artículos y libros contra el ateísmo, como si el ateísmo fuera un sistema de creencias. Atacan una quimera tras otra y se dan una palmada en la espalda por matar a estos dragones malvados a los que llaman ateos. Mientras tanto, no examinan sus propias vidas o creencias.
No soy ateo porque el ateo es un producto de la imaginación del teísta, un producto que se usa para desviar la atención de los peligrosos engaños que albergan los teístas. El engaño teísta más peligroso, por supuesto, es que la fe es superior a la razón y que la razón debe usarse para distorsionar la verdad siempre que sea necesario para defender las doctrinas de la fe. La promoción de la irracionalidad es uno de los efectos más dañinos del teísmo. Algunos teístas incluso condenan a los ateos por promover la racionalidad y la ciencia, y lo hacen con seriedad. Lo dicen en serio. Ellos nos acusan de preferir la razón a la fe, como si eso fuera algo malo.
Y así la actitud de muchos escépticos durante mucho tiempo. El nuevo ateísmo, por su parte, siempre ha abogado por autonombrarse ateo en contra de la estigmatización social, comparando su causa con la del movimiento LGBT+; en algún momento, que alguien fuera acusado de homosexual o lesbiana significaba estigmatizar a esa persona en sociedad, y los nuevos ateos abogan por abolir esta forma negativa del término con campañas como el "orgullo ateo".
Muchos consideran (consideramos) que ese es el mayor mérito del nuevo ateísmo, logrando influenciar a un público cautivado con los debates de ateísmo, y mezclando el movimiento escéptico con el ateísmo militante. Hoy esa fusión es más evidente, con la fusión de la Fundación Richard Dawkins para la Razón y la Ciencia con el CSI (antes CSICOP) y el CFI, y con estelares, como es el propio Dawkins, en cada evento escéptico. Con todo esto, aún hay escépticos que abogan por continuar con la separación del movimiento escéptico y el movimiento ateo, como sostiene Daniel Loxton:
Por favor, gente, trate de no juntarnos a los ateos con los escépticos. No encaja bien y socava a los ateos.
No me malinterpreten, los escépticos están bien, en la medida de lo posible. Yo mismo conozco a algunos escépticos. Son un grupo excéntrico, pero sus corazones generalmente están en el lugar correcto.
Sin embargo, como ateo, tengo que decir esto muy claramente: los escépticos no son lo mismo que los ateos. Usar el término "escéptico" para decir "ateo" no es una cuestión de emplear un sinónimo, sino de ocultar el ateísmo detrás de un eufemismo. En el peor de los casos, este lenguaje eufemístico puede ser a veces una elusión estratégica o política cínica; en el mejor de los casos, es una oportunidad perdida para decir con franqueza: "Soy ateo y eso está bien". Como dijo el fundador de SkeptiCamp , Reed Esau, "Expresar el ateísmo de uno con otras palabras que no sean 'ateísmo' no demuestra confianza en la propia marca. Es similar a llamar a un evento del Orgullo Gay un evento "Feliz". Seguro que hay mucha gente feliz presente, pero ese no es realmente el punto, ¿verdad?"
Loxton enumera algunas de las razones ya expuestas sobre por qué el escepticismo científico es distinto al (nuevo) ateísmo. Pero además, el asunto también puede verse desde la perspectiva de una "identidad atea" y la lucha constante contra los estereotipos que las personas en general tienen sobre el ateísmo:
A menudo encuentro resistencia cuando digo que los ateos no deberían aceptar ni promover el estereotipo de que los ateos son muy inteligentes y feroces, como el Nuevo Ateísmo y la blogósfera atea parecen estar fuertemente inclinados a hacer. Siempre me sorprende esta resistencia, porque una fiereza excepcional y una inteligencia superior no son la realidad de los ateos en general. Ni siquiera es nuestra narrativa: la caricatura del ateo mordaz y ultrarracional es un estereotipo intolerante que las personas religiosas intolerantes usan contra los ateos.
[...]
Los ateos pagamos impuestos y los evitamos. Somos educados y groseros, jóvenes y viejos, amables y crueles. Somos médicos y bailarines, conductores de montacargas y cocineros y políticos. Nos vacunamos y tememos la vacunación. Nos enamoramos de la ciencia, o somos indiferentes, o la rechazamos por miopía estrecha y reduccionista. Los ateos vemos fantasmas, leemos hojas de té y recuperamos recuerdos de abducciones extraterrestres. Escribimos malas obras de teatro, novelas trascendentes, listas de compras. Apestamos en matemáticas, cometemos delitos, pasamos por alto lo obvio, nos encontramos incapaces de razonar para salir de una bolsa de papel. Como todos los demás.
Los ateos somos tan malvados, tan lanudos, tan tontos y mágicos como cualquier otra persona, y tan nobles, tan compasivos y tan brillantes.
¿Por qué? Porque los ateos son como todos los demás.
Tal vez el punto en común que se encuentra entre escépticos y ateos de la actualidad, es el gusto por la ciencia y la argumentación racional (gusto que en veces encamina a algunos por la mala ciencia y el sofisma, pero eso es otro tema). Y esto nos lleva a una discusión distinta aunque íntimamente relacionada con el nuevo ateísmo: ¿puede la ciencia resolver la cuestión de Dios? (La ironía total de esta interrogante, es que no se trata de una pregunta científica sino de una filosófica, lo que ya nos va dando una idea de la respuesta, ¿no?).
Como sea, el debate sobre si es mejor para el movimiento escéptico separarse del ateísmo puede seguir abierto, así como el establecer la identidad del ateo sigue siendo un tema de polémica. Sin embargo, en la práctica actual, el escepticismo sí se ha fundido con el ateísmo tanto en el movimiento escéptico angloparlante como en el hispanoparlante, siendo más evidente dentro de los grupos y portales escépticos. La cuestión de Dios, estemos de acuerdo o no dentro de la comunidad escéptica, tiene tiempo siendo un tema que tratamos los escépticos. Si lo tratamos bien o mal, ya es otra historia.
* "Should skeptical inquiry be applied to religion?", por Paul Kurtz, publicado en Skeptical Inquirer, vol. 23.4, Julio/Agosto 1999.
* "The paradoxical future of Skepticism", por Daniel Loxton, publicado en Skeptical Inquirer, vol. 33.6, Noviembre/Diciembre 2009.
* "Try not to lump us atheists in with skeptics", por Daniel Loxton, publicado en el SkepticBlog.
* ""The standard Pablum"- Science and Atheism", por Daniel Loxton, publicado en el SkepticBlog.
* "Further thoughts on Atheism", por Daniel Loxton , publicado en el SkepticBlog.
* "Are you atheist or agnostic?", por Michael Shermer, publicado en el SkepticBlog.
* "Can science decide the God Question?", por Robert Todd Carroll, publicado en SkepDic.
* "Why I'm not an atheist", por Robert Todd Carroll, publicado en SkepDic.