La gran diferencia entre el buen arte y el arte mediocre radica en algún lugar dentro del propósito del corazón del arte, en los intereses de la consciencia que hay tras el texto. Tiene algo que ver con el amor. Con la disciplina de sacar la parte de ti capaz de amar en lugar de esa parte que sólo quiere ser amada. Sé que esto no está de moda en absoluto. No sé. Pero al parecer una de las cosas que los escritores de ficción verdaderamente geniales hacen —desde Carver a Chejov hasta Flannery O’Connor, o como el Tolstoi de La muerte de Iván Ilich o el Pynchon de El arcoiris de gravedad— es darle al lector algo. El lector se marcha del arte auténtico mucho más pesado de lo que entró. Más lleno. Toda la atención y el compromiso y el trabajo que se le requieren al lector no pueden ser para tu propio beneficio; tiene que ser para el suyo.
David Foster Wallace
«Conversaciones con David Foster Wallace»
Editado por Stephen J. Burn
Traducción: José Luis Amores
Editorial: Pálido Fuego
Foto: David Foster Wallace