-¿Cuál es para ti la mayor desgracia?
A nivel emotivo, la muerte de un ser querido. Intelectualmente, la guerra.
-¿Dónde te gustaría vivir?
Por los días hermosos que he vivido en varias ocasiones con Esther y los críos, en Saint Andrews, Escocia. Diría más. Hasta sé en qué calle, el Lade Braes Walk, e incluso la casa, una pequeña de fachada azulada con un jardincito en pendiente de no más de seis o siete metros de largo y unos cuatro de ancho.
-¿Cuál es para ti la alegría terrenal más perfecta?
Muchas alegrías se acercan a la perfección pero las más pequeñas, las menos aparatosas, tienen menos posibilidades de corromperse inmediatamente.
-¿Qué fallo perdonas más fácilmente?
La cobardía.
-Tu héroe de ficción preferido.
Tal vez Sam Malone, el barman de Cheers.
-Tu personaje histórico preferido.
Todavía Karl Marx.
-Tu heroína real preferida.
Me da la impresión de que los héroes “reales” son anónimos así que cualquier mujer que luche por tener una vida mejor.
-Tu pintor favorito.
Hay tantos... Canaletto, Kandinsky, Pissarro, Bosch, Nolde, Picasso...
-Tu compositor preferido.
Más de lo mismo... Brahms, Fauré, Wagner, Shostakovich, Schubert…
-¿Qué cualidad aprecias más en un hombre?
La lealtad
-¿Qué cualidad aprecias más en una mujer?
También la lealtad.
-Tu virtud preferida.
Algo tan difícil de definir como la integridad.
-Tu actividad preferida.
Jugar. A lo que sea, pero jugar.
-¿Quién o qué te hubiera gustado ser?
Hegel. Siempre quise ser como él. Incluso ser él. Aunque hablando en serio, pasada la juventud dejé de haber querido ser quien no soy.
-La característica principal de tu carácter?
Diría que la espontaneidad pero eso uno nunca lo sabe. Son los demás los más cualificados para decirlo y me temo que lo que dirían no se ajustaría a lo que creo.
-¿Qué aprecias más de los amigos?
Que sigan ahí al paso de los años.
-Tu mayor fallo.
Me temo que la soberbia. Me ha impedido ceder, callarme, transigir o medrar en momentos en que, probablemente, debería haberlo hecho.
-Tu sueño de felicidad.
No me gusta demasiado utilizar el término “felicidad” fuera de situaciones muy específicas y momentáneas. Para mí está asociado a muchos acontecimientos distintos, la mayoría de las veces fugaces y diminutos. Por otra parte, creo que ya carezco de la imaginación suficiente para soñar.
-¿Qué te gustaría ser?
Sólo un poco más tranquilo.
-Tu color favorito.
El negro.
-Tu flor favorita.
Debería decir que la hortensia pero, aunque no tengo ninguno, admiro la dureza y pobreza del geranio
-Tu pájaro favorito.
El colibrí, el jilguero...
-Tu escritor favorito.
La lista sería inacabable: Nabokov, Steinbeck, Barth, García Márquez, Bernhard, Borges, Magris, Mann, Tournier, Houllebecq, mi hermano... y, también algunos filósofos, Nietzsche, Heidegger, Foucault...
-Tu poeta favorito.
Necesitaría muchos folios, también: Pound, Eliot, Walcott, Carver, Milosz, Hesse, Machado, Panero, Juan Ramón...
-¿Qué aborreces por encima de todo?
La injusticia y dicho así, en su sentido más ambiguo e indefinible.
-¿Qué figuras históricas aborreces más?
Los reformadores, los iluminados y los dictadores.
-¿Qué reformas admiras más?
Detesto las reformas que se proclaman como tales en el marco de un programa de mejora, de progreso, de ingeniería social. Prefiero las pequeñas reformas que pueden ser inasumibles por las grandes narraciones ideológicas pero que aumentan el bienestar de los más desfavorecidos sin incurrir ni en el victimismo ni la limosna.
-¿Qué don natural te gustaría poseer?
Piernas de velocista.
-¿Cómo te gustaría morir?
Supongo que en la cama de casa, rodeado de mi familia y pensando que he estado a la altura de la maldita frase postrera de Wittgenstein: “Decidles que mi vida ha sido maravillosa”.
-Tu actual estado de ánimo.
Sin novedad en los diversos frentes.
-Tu lema.
No sé. Los lemas quedan bien al principio de un poema pero en la vida cotidiana me suenan pedantes. A lo mejor... ¿Más vale tarde que nunca?