Cualquier proceso de decoración de interiores debe comenzar por el análisis del uso que va a darse a cada espacio.
Todos podemos aprender a ser nuestros propios diseñadores de interiores, a diseñar nuestro hogar para adecuarse a nuestro modo de vida, nuestras preferencias y las necesidades familiares.
Un buen diseño, consiste simplemente en crear un interior cómodo y viable, en el que resulte agradable vivir y en el que cada espacio esté planificado de modo que se adapte al destino que se le quiera otorgar. La planificación del espacio constituye una parte fundamental del proceso de diseño y debe ser el primer paso a realizar, mucho antes que otros como el esquema cromático, las telas o el mobiliario.
La forma y el tamaño de un espacio, además de su aspecto y cantidad de luz natural que recibe, influirán en la elección de colores, organización y complementos. Si un espacio cuenta con alguna característica que lo distinga, ésta puede servir de inspiración y punto de partida del proyecto. Es clave tomar en cuenta cualquier otro aspecto estilístico, ya que se puede realzar o disimular, pero nunca ignorar.