Los espías

Parece ser que el Sr. Guardiola espiaba a sus jugadores utilizando los mismos servicios privados que los políticos, lo que no sé si significa que éstos son poco inteligentes o que lo es el entrenador catalán, algo que parece más probable. Saltaron las alarmas y el asunto de la intimidad, aunque la verdad sea dicha, fue menos escandaloso el caso de los futbolistas.

No se puede tener una ficha de media docena hacia arriba, de millones de euros al año, unos mil millones de las antiguas pesetas, casi cien millones mensuales, y zrriesgar la competición en la que está inmerso el club, por una juerga nocturna. La asociación entre juventud, buena forma física y mucho dinero ganado fácilmente, es dinamita para un deportista profesional, claro que en esto del balonpié, el asunto parece un poco más complejo, y conjuga el arte con el deporte. Uno siempre sabe quienes serán los tres primeros clasificados de una carrera de fórmula uno, de los cien metros libres o del lanzamiento de jabalina; los primeros calsificados tienen publicadas sus marcas y es difícil la imprevisión de los resultados. Totalmente diferente de lo que sucede en el deporte rey: Cuatro aficionados mandaron a todo un Real Madrid a hacer puñetas en la Copa del Rey, con el consiguiente escándalo para el Sr. Pellegrini. Quizás si el entrenador hubiese tenido la astucia de Guardiola, hubiese dispuesto de información privilegiada para no perder los papeles, la compostura y el partido. Hasta la intimidad tiene un precio.