Los Estados Divididos de Histeria nos reencuentra con un Howard Chaykin en estado puro, ácido y salvaje como siempre, pero si cabe aún más provocador. Pareciera que el estadounidense no hubiera perdido un ápice de rabia y energía con el paso de los años: su discurso sigue siendo combativo y extemporáneo; profundamente incómodo para una sociedad y una industria cultural que se han acostumbrado a la repetición formulaica y al puritanismo rigorista de lo políticamente correcto. No es una sorpresa que la publicación de Los Estados Divididos de Histeria fuera acompañada en su país por una oleada de críticas (efectivamente histéricas) y por la censura de una de sus portadas.De todo ello hablamos en nuestro último artículo para Culturamas: "Los Estados Divididos de Histeria, de Howard Chaykin. La gran broma final".