Cuando se oyen los chillidos de Soraya Rodríguez denunciando que los estudiantes de las clases desfavorecidas no puede alcanzar una nota de 6,5 puntos, que proponía pedirles la nueva Ley de Educación para concederles becas, se descubre que lo que realmente piensa es que los pobres son bobos, por lo que son incapaces de alcanzar unas notas medianas.
Los estudiantes más brillantes que solemos conocer proceden de familias sin grandes medios. Suelen obtener todo tipo de becas de distintos organismos porque sus calificaciones son muy brillantes, tanto como las del rico más inteligente: la inteligencia y la voluntad son dos características que no compra el dinero.
Pero la portavoz del PSOE en el Congreso, igual que su partido y demás igualitaristas, exigen que se concedan becas universitarias para pagar las tasas de las asignaturas que suspenden los bobos, si son pobres.
De esta manera creen que se equilibrarán con los bobos ricos, que no necesitan esas ayudas porque sus padres les pagan las matriculas, por mucho que suspendan.
El 6,5 que propone inicialmente el proyecto de ley de mejora de la educación (LOMCE) del ministro Wert es un simple aprobado, ni siquiera un notable.
Ante las protestas generales por esa exigencia, Wert podría haberse acobardado y haberla bajado al 6, que es poco más que el aprobado raspado.
Casi todos, pobres o ricos, aunque sean bobos, pueden alcanzar el 6 sin demasiada disciplina y esfuerzo: es decir, podemos seguir con nuestros botellones.
Porque el consumo generalizado de botellón, uno de los peores hábitos relativamente recientes de tantos universitarios españoles, quizás porque a pesar de él se alcanzan las becas fácilmente, hace que de jueves a lunes estén entrompados y resacosos, en lugar de esforzándose en estudiar.
Esta es una de las características que distinguen a España de países como Alemania, por ejemplo, donde el acceso a la universidad está mucho más restringido por la demanda de notas medianamente elevadas para obtener estudios gratuitos.
En realidad, Soraya Rodríguez, el PSOE y demás oposición, pero también bastantes representantes del PP, no luchan por el derecho de lo bobos pobres a obtener becas, sino por el de que puedan irse de botellón sin esforzarse demasiado, como los bobos ricos.
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SALAS