El pasado 27 de mayo se vivió una emocionante jornada electoral. Emocionante porque se vivió en paz como no ocurría desde hace muchos años para unas elecciones presidenciales; y emocionante por el votofinish entre Gustavo Petro y Sergio Fajardo por el segundo cupo para pasar a la Segunda vuelta Presidencial cuando ya el paso de Iván Duque en el primer lugar con el 39% de los votos era imbatible. Petro ganó el pulso con el 25,1% y Fajardo se le acercó con un 23,7%.
Mientras tanto, Germán Vargas Lleras, el que se suponía llegaba a las elecciones, silenciosa pero firmemente con el poder de las maquinarias regionales y el presunto favor de los servidores públicos, sucumbió en el quinto lugar con apenas el 7,3%.
Cuando estaba escrutado menos del 50% y la tendencia mostraba a Fajardo con poca distancia a la cantidad de votos de Petro, las toldas verdes y amarillas del centro aumentaron su ansiedad. Se podía. Y es que no era para menos: Si el escenario para la segunda vuelta hubiese sido entre Duque y Fajardo, ganaba Fajardo quien habría podido recoger las preferencias de diferentes tendencias, especialmente de centro y de la izquierda que jamás votaría por la opción de Duque, abiertamente de derecha.
Si los que hubiesen pasado a la segunda vuelta hubiesen sido Duque y Vargas Lleras, se habrían canibalizado entre sí por ser ambos de derecha y probablemente el voto en blanco y la abstención de amplios sectores de centro y de derecha habrían sido protagonistas por no sentir representatividad en esa opciones. En cambio, a Duque (o si hubiese pasado Vargas Lleras), el candidato con el que más les convenía competir era Petro por la ventaja de poder personificar una antítesis para enfilar su discurso.
Para la segunda vuelta el domingo del 17 de junio vamos a tener bandos cercanos a los 9 millones disputando muy estrechamente la segunda vuelta. No obstante, aún luego de las alianzas que se tejerán en los próximos días, es probable que Petro en el peor de los casos sume entre 7 y 7,5 millones de electores al recoger las esperanzas de quienes no lograron su objetivos con las campañas de De la Calle y Fajardo.
Algo para destacar es que el abstencionismo perdió terreno en esta contienda y eso hay que celebrarlo. Por primera vez desde 1999, votaron más que los que se abstuvieron. Esta vez, el 53,36 % de los votantes habilitados asistió a las urnas (19’628.564 colombianos). A pesar de ello estamos lejos de tener una ciudadanía mucho mas activa y comprometida, la que tendremos cuando estén votando más de 32 millones dentro del total de los habilitados para hacerlo.
En todo caso, a pesar de no pasar a segunda vuelta, al centro le fue mejor de lo que habría podido pensarse en un país tan polarizado: Por poco llega a la segunda vuelta, pero finalmente sigue la tendencia a tener posiciones más nítidas hacia los extremos de la ideología política. Derecha e izquierda capitalizaron los miedos.
¿Qué viene ahora?
Los votos de Sergio Fajardo (4’589.689) no son tan endosables, así de sencillo como algunos piensan. Hay mucho voto de opinión allí que podría adherir a cualquiera de las dos campañas que siguen y muchos también preferirán abstenerse. A Fajardo lo siguieron, además de estudiantes, muchas personas de la derecha moderada y de la izquierda no radical y todos ellos tomarán decisiones muy diversas que incluyen no identificarse con ninguna de las opciones. ¿Podría ganar Petro? Si, pero siempre y cuando lograran esa soñada aritmética de sumar enteritos los votos de Fajardo y de De la Calle, lo cual es muy improbable que se presente.
Por el contrario, dentro del bloque de 1’407.840 de votantes por Vargas Lleras uno si podría pensar que puede haber más disciplina de un alto porcentaje de ellos y que enfilen su sufragio a quien sugiera su líder, lo cual no puede ser algo diferente a votar por Duque. entre tanto es posible que muchos de los votos de De la Calle pasen a la opción de Petro, pero no por disciplina (la cual nunca apareció y evidenció el fracaso del ex presidente César Gaviria como dirigente del Liberalismo) sino como voto de opinión.
El discurso muy seguramente se enfilará en los días que restan para comparar posiciones frente al modelo económico que cada uno supone y a los riesgos del proceso de paz. En redes sociales veremos con mucha frecuencia palabras como “Chávez”, “Uribe”, “Venezuela”, “Maduro”, “parapolítica”, “falsos positivos”, “farc”… La corrupción también seguirá siendo un tema clave, como lo ha evidenciado un análisis de KREAB Colombia (“Si comparamos la corrupción con otros grandes temas, como pueden ser educación, sanidad o seguridad, y lo observamos frente al total de la conversación de los candidatos, la corrupción ocupa el primer lugar en las conversaciones, junto a la educación, con un 3% respectivamente”). Los polarizadores harán fiestas.
Esperemos que la contienda sea agresiva pero en la batería de argumentos y no porque aparezcan las bombas de noticias falsas en ninguna de las campañas. Ojalá los colombianos salgan a votar masivamente el 17 de junio, por la opción que quieran, pero que esa decisión esté basada en una visión de país liberada de egoísmos, mesianismos y de miedos.
Preguntas al aire: ¿Qué cree que va a pasar en esta segunda vuelta presidencial? ¿Sería capaz de votar por otro candidato diferente al que votó en la primera vuelta?