La noticia de apertura del diario El Mundo (digital) dice así: Un asador marbellí se rebela contra la ley y permite fumar. Basta con ver el cartel que sigue al título para saber qué pasa:
La ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, Leire Pajín, por su parte, ha animado a la delación ciudadana sobre el incumplimiento de la reciente ley declarado que:
"Cualquier ciudadano puede denunciar, como se ha hecho hasta ahora con cualquier otro tipo de supuestos delitos o incumplimientos de leyes".
Es de esperar que el retrogusto de esta declaración no traiga prácticas de utopías revolucionarias beneficiando el "peculiar civismo" de los "chivatos" y "comisarios políticos" en plan más o menos juguetón con mentalidades ya vistas en contextos nazi, comunista o khemer rojo.
Quizá para evitar desmanes entre los extremos (no hay que olvidar que, desde luego, el tabaco no beneficia precisamente el trasiego y yantar de calidad), aquí está el bueno de Forges, con la sorna de su visión crítica burocratizante de toda la vida, que sale al quite:
Esperemos que, con esto de los humos soliviantados y los ardores legislativos en plena crisis política y económica del Gobierno, ni las transgresiones, ni desde luego las denuncias ni las sanciones lleguen como sangre al río.
Una sana visión administrativa como la que Forges plantea, para aclarar las cosas, sin duda ayudaría mucho en esta situación, que de otra forma se puede convertir en "tremenda", cosa que el Drae recuerda que "denota el modo desconsiderado y violento de tratar o resolver algún negocio o asunto".
Es patente que los medios de comunicación tienen un papel pacificador que pueden desempeñar también en este asunto.
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