Tal como decíamos en la parte I, el crony capitalismo es el modelo que ha prevalecido en mayor o menor medida en la mayor parte de las economías del mundo. La lógica es siempre la misma, y en el fondo siempre esconde una plutocracia, un gobierno de los más ricos, a veces como una democracia isonómica (en el sentido que permiten que la gente vote cada cierto tiempo pero sin más derechos ni poder); o directamente autoritaria, dictatorial o totalitaria.
Según el economista Gary Becker, el capitalismo crony es un sistema –aparentemente de libre mercado- donde las corporaciones empresariales obtienen poder económico no por su competitividad o innovación sino que gracias a sus conexiones cercanas al gobierno de turno, los favores y ventajas económicas que éste les asegura. De libre mercado nada. Capitalismo de amigotes y corrupción mucho.
Una aclaración previa para algunos, al hacer esta crítica al capitalismo crony, bajo ningún punto de vista planteamos como alternativa una dictadura proletaria, ni la colectivización de los medios de producción o su completa estatización (con supresión de propiedad privada incluida) pues sabemos y entendemos que eso deriva en crear una nueva casta de explotadores y propietarios monopólicos, disfrazados de dirigentes del pueblo, en desmedro de los ciudadanos comunes.
La crítica en definitiva es contra cualquier monopolio político, empresarial que se pretenda imponer o que ya existe, llámenlo algunos democracia, capitalismo, democracia popular, etc.
Esta crítica sigue la tradición de autores como Benjamín Tucker, Lysander Spooner y Thomas Paine, quienes promovían una sociedad democrática de propietarios, donde cada cual sea dueño de su trabajo, en un régimen de libertad y cooperación, libre de cualquier modo de monopolio y concentración del poder, y por tanto libre de cualquier coacción ya sea estatal, corporativa empresarial o de cualquier otra índole.
Chile no es la excepción en cuanto al Capitalismo Crony. De hecho, Chile ha tenido la mayor parte de su historia una economía que podríamos considerar crony capitalista (encubierta mediante diversos discursos nacionalistas, libre mercadistas), primero en función de los sectores latifundistas oligárquicos, luego en torno a los sectores mineros e industriales-agrícolas, y luego en torno a los sectores financieros y político-empresariales.
Los ejemplos de esta estructura de poder son varios y podemos encontrarlos en todo el espectro político y empresarial, y a lo largo de toda nuestra historia.
El presente artículo ha sido construido a base de artículos de prensa y otros trabajos de diversos autores que a lo largo de los años han abordado este tema. Los datos no son invención sino que han sido publicados por los autores citados y son usados como la prueba empírica de que en Chile no hay libre mercado sino que capitalismo crony.
EL CAPITALISMO POPULAR CRONY DE PINOCHET
En Chile el lenguaje del libre mercado ha sido utilizado desde hace algún tiempo para encubrir una serie de acciones que no tienen nada que ver con éste, sino más bien con lo que ya hemos explicado, el crony capitalismo. Tal como explica Roderick Long, “existe una generalizada (aunque no universal, una vez más) tendencia de los conservadores a cubrir con retórica de libre mercado las políticas corporativistas”.
Un ejemplo claro de crony capitalismo son las privatizaciones de empresas llevadas a cabo entre 1973 y 1990 durante la dictadura militar, como CAP, Endesa, Inacap, Hacienda Rupanco y Soquimich.
De las 30 empresas enajenadas entre 1978 y 1990 “los compradores fueron los propios interventores nombrados por Pinochet, entre los que estaban su yerno.
Claramente no hubo procesos de licitación “normales y transparentes” sino que favores del jefe de gobierno a sus amigos, yernos y algunos de sus altos funcionarios. Conocidos son los casos de Endesa, y Soquimich, donde “en ambos casos se construyeron estructuras internas que garantizaban su dirección, aunque no se tuviese la mayoría accionaria”. (Hugo Fazio).
Del mismo modo se produjo la privatización de otras empresas como Iansa; Banco de Chile y Santiago, en los cuales sus interventores recibieron favores por sus nexos con el gobierno, que aún continúan.
Así, “en este período se usó profusamente el mecanismo del capitalismo popular. Se habló de expandir la propiedad, democratizarla. Los hechos, en cambio, mostraron que por esa vía se condujo, finalmente, a acentuar la centralización de capitales, su control por pocas manos…” (Hugo Fazio).
Según CIPER CHILE, gracias al llamado “capitalismo popular” (capitalismo de amiguetes a todas luces) en 1989, Pinochet compró en $6.112.656, 370.464 acciones de Endesa, que luego, en 1992, vendió a Socimer Corredores de Bolsa S.A en $45.689.325, lo que le reportó más de $ 39 millones en utilidades. Eso sin mencionar Famae Limited; y otras propiedades adquiridas de extraña forma.
¿Libre mercado? Tal como plantea Long “no hay nada de libre mercado en la privatización en este último sentido, ya que el poder de monopolio es simplemente trasladado de un grupo de manos a otro, lo que se llama corporativismo, o intervención pro-empresarial, no laissez-faire”. (Roderick Long).
Algunos argumentan que las privatizaciones permitieron la recuperación económica y que el modo en que se efectuaron se justifica por la urgencia. Sin embargo, no opina lo mismo Ricardo Ffrench Davis, quien plantea que “si uno mira la información anterior y posterior a las privatizaciones -períodos 1975/1981 y 1985/1989- se da cuenta que, con o sin privatizaciones, todo estaba subiendo, nos estábamos recuperando. Si bien nos habíamos caído, ahora estábamos sacando la cabeza del hoyo. No eran las privatizaciones de los años 70, sino la llegada de créditos bancarios, que a Chile y a Argentina nos tiró para arriba entre los años 75 y 89".
Pero tal como explica irónicamente Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, "la privatización -escribió- es una realidad sencilla: todo lo que hay que hacer es regalar los activos a los amigos, y esperar favores a cambio".
CHILE: LA ALEGRÍA LLEGÓ PARA EL CAPITALISMO CRONY
Con el retorno a la democracia, muchos pensaron que las estructuras crony capitalistas amparadas en la estructura dictatorial serían abolidas con la transparencia que cualquier sistema democrático debería tener. Sin embargo, ocurrió lo contrario y las lógicas crony rápidamente fueron adoptadas por los nuevos funcionarios gubernamentales, mientras las clases empresariales corporativas se adaptaban al nuevo régimen político, estableciendo nuevas redes con éstos.
La costumbre de pagar sobresueldos a los directivos y altos funcionarios, heredada de la dictadura, continuó sin problemas. A la vez, el nuevo gobierno democrático debió legalizar pagos y remuneraciones por varios millones de dólares a ex funcionarios designados por la dictadura.
Un primer ejemplo de Crony Capitalismo en democracia es el caso Codelco donde luego del escándalo, hubo millonarias indemnizaciones para gerentes y directivos. Otros casos escandaloso en el mismo período es el del Director de la casa de Moneda.
Quizás uno de los ejemplos más emblemáticos de Crony Capitalismo en los inicios del retorno a la democracia es el de las casas Copeva, donde era claro el nexo entre la empresa privada y altos funcionarios de gobierno, incluidos ministros. La empresa construía casas para el ejército mientras el hermano del dueño era ministro de defensa. No fue raro entonces que “casi todas las reparaciones parciales fueron de cargo del Fisco y la empresa COPEVA no asumió su responsabilidad por construir casas que se llovían…”
Otros ejemplos son los casos Coimas e Inverlink. En el primero, una “red constituida por empresarios, funcionarios, políticos y diputados consistía en otorgar concesiones para empresas que realizan la función de controlar el parque vehicular del país. Estas concesiones se hacían eludiendo las licitaciones regulares y los empresarios pagaban sobornos a los políticos involucrados”. En el segundo caso “funcionarios de CORFO estaban a cargo de esos títulos y eran a la vez miembros de INVERLINK”. Crony capitalismo por donde se mire.
Otro caso menos conocido es el de PROCHILE, donde la “encargada” Gabriela Ruitort (pues no cumplía con el requisito profesional para ser directora) entre otras irregularidades “cobraba una cuota extra a los que viajaban, la que se dividía entre la empresa de turismo COCHA de su amiga Rosario Seijas y PROCHILE, pero la parte de PROCHILE no se ingresaba en la contabilidad de la institución. Esto implicó un reparto de 300 mil dólares entre COCHA y PROCHILE”.
Por eso no es raro escuchar que ministros como José Antonio Viera-Gallo tenga nexos con las AFP, al igual que la ex intendenta de Santiago, Ximena Rincón, hoy en un directorio de AFP; o el ex ministro de Obras Públicas y ex presidente del Banco Estado, Jaime Estévez, ahora director del Banco de Chile y de una AFP; o el ex ministro Eduardo Aninat, sea hoy presidente de la asociación de Isapres. O que René Cortázar, el actual titular de Transportes, pertenecía a los directorios de D&S, Corpbanca y Aes Gener (empresa que construye la Termoeléctrica Campiche las comunas de Puchuncaví y Quintero).
Menos raro es ver que el presidente electo tenga acciones en cadenas de farmacias.
¿Acá no hay choque de intereses? ¿Acaso esto no es una elite emparentada que controla todo? ¿Esto no es acaso un sistema donde las corporaciones empresariales obtienen poder económico no por su competitividad o innovación sino que gracias a sus conexiones cercanas al gobierno de turno? ¿No es esto Crony capitalismo?
Como dice Roderick Long “cuando los conservadores venden sus proyectos plutocráticos como políticas de libre mercado, podemos realmente culpar a los liberales-socialdemócratas y a la izquierdas por confundir ambos?”
Kevin Carson lo dice más claramente: “Sospecho que estos libertarios se vuelven libertarios precisamente porque son autoritarios”.
LOS CIUDADANOS Y LOS AUTORITARIOS DISFRAZADOS DE LIBERTARIOS
Veamos un ejemplo que implica a ciudadanos comunes versus el poder corporativo y político: el caso de la construcción de la Termoeléctrica Campiche las comunas de Puchuncaví y Quintero de la empresa AES Gener, donde René Cortazar era miembro.
En junio pasado, la Corte Suprema detuvo el proyecto de la Central Termoeléctrica Campiche, de la empresa AES Gener, pues el Consejo Ecológico de Puchuncaví-Quintero, interpuso un recurso debido a que los permisos otorgados por la Corema V Región, ya que las obras se ubican en una zona destinada para áreas verdes. Es decir, no cumplían con las normas legales.
Como era de esperarse, y tal como dice Roderick Long “el favoritismo del Gobierno también asume la irresponsabilidad de las grandes empresas con el medio ambiente. Por ejemplo, los contaminadores a menudo gozan de la protección contra demandas, a pesar de que la contaminación es una violación de los derechos de propiedad privada.”
Así, el Intendente DC Iván de la Maza, consideró que lo expresado por la Corte Suprema era mera opinión. No es raro que la ministra de Vivienda, Patricia Poblete, declarara que “la única salida para Campiche es modificar el plano regulador de Puchuncaví”. Y así lo hicieron.
Los representantes de AES Gener se reunieron con el ministro Pérez Yoma para reclamarle (pedirle que intervenga) por los dictámenes de la Corte Suprema, de apelaciones, y la Contraloría, que consideraron ilegal la instalación y construcción de la termoeléctrica Campiche.
Como dice Kevin Carson, algunos “parecen alabar el libre mercado porque creen que eliminará al Estado como enemigo del autoritarismo local que disfrutan, y les dará mano libre para jugar con sus indefensas víctimas en sus pequeños cubículos de la muerte sin interferencia externa”.
Los emprendedores de la zona afectada, como agricultores y pescadores, han visto profundamente afectadas sus labores, porque ahora sólo pueden cultivar paltos y sus pescados tienen deformidades o están contaminados.
A estos emprendedores, nuestra Constitución no les protege en nada, porque los fallos de otros poderes del Estado, las grandes empresas pueden revertirlos, incluso modificar las leyes, gracias a sus nexos con los gobiernos.
Por eso mismo como dice Roderick Long, “el poder corporativo y el libre mercado son actualmente antitéticos; la competencia genuina es la gran pesadilla de las grandes empresas”. Ya viene la parte III. Un adelanto del tema.