Periódicos,
radios y televisiones de toda España viven estos días un debate de mínima importancia,
como es que el portero titular del Real Madrid sea Iker Casillas o Diego López,
y lo dan más espacio que a la guerra de Siria, con más de 100.000 muertos y sus
millones de refugiados en otros países.
Además,
sesudos comentaristas políticos han entrado en el caso defendiendo a Iker como
representante de la democracia, y presentando a Diego como el héroe de los
radicales Ultrasur y del exentrenador Mourinho, que desbancó a Iker para poner
a Diego.
Una
interpretación ideológica desenfocada porque no se trata de
derechas o izquierdas, sino del perverso efecto que el periodismo de cama o de
otras intimidades puede tener en las relaciones personales de los famosos.
La
novia de Casillas es periodista. Sara Carbonero fue elegida hace unos años la
informadora deportiva más sexy del mundo porSports Illustrated.
Conociendo
los entresijos del club de Iker por sus confidencias,y guiada por su
vocación de gacetillera, ha facilitado información secreta al enemigo, los
medios hostiles al club, tras lo que el portero se ve acusado ahora de “topo” y
“traidor” por quienes lo consideran un espía.
Javier
Gómez Bermúdez, importante magistrado de la Audiencia Nacional, también está
casado con una periodista, Elisa Beni, tertuliana y tronista tan gritona como
Pilar Rahola. Su marido sufre ahora dificultades en su carrera por convivir con
una señora que berrea los asuntos delicados.
Quien intima con periodistas corre peligro de que se divulguen sus secretos, porque vivimos y morimos por una noticia: es nuestra naturaleza, como la del escorpión que se ahogó al matar la rana que lo llevaba sobre su lomo para ayudarle a cruzar un río.
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SALAS