Artur Mas hace recordar a los ricos venidos a menos que para mantener su imagen de opulencia organizan fiestas y grandes fastos sableando a familiares y conocidos.
Las imagen pública de Mas y sus amigos independentistas se relaciona con viajes multitudinarios, conmemoraciones, fiestas, desfiles, ofrendas florales y mil actos similares improductivos que alguien debe pagar porque son sumamente onerosos.
Mientras, el consejero de sanidad, Boí Ruiz, culpa al Gobierno central de no poder pagarle sus facturas a las farmacias, cuando Mas despilfarra ese dinero, ya entregado, en sus campañas para crear un Nuevo Estado: la cuarta parte de los presupuestos catalanes se va en esos gastos neopatrióticos.
Los catalanes trabajan mucho, sí, pero igual que el servicio doméstico de los ricos empobrecidos, no observan que su señor dilapida como multimillonario los sablazos que le pega a sus allegados.
Artur Mas vive todo el día entre guardias uniformados con chisteras floreadas, con banderas esteladas independentistas, no las históricas senyeras, pagándoles prebendas, todo “gratis total”, a decenas de periodistas sobrecogedores.
Sobrecogedores: sobrecoge lo que abona la Generalidad a su corte de aduladores para que su presidente, como Franco, aparezca en sus NODO con imágenes y expresiones patrióticas.
Hasta la estatal Agencia EFE, abducida, sitúa sus andanzas en el extranjero informando de “la hora local”, y de “la hora catalana” correspondiente.
Millonadas para millares de butifarras corruptas, llamadas chorizos en otros territorios, para popularizar el derecho de secesión.
Crean embajadas, servicios diplomáticos, centenares de asociaciones patrióticas, y estudian crear un ejército propio, mientras sus mossos de la chistera ganan mucho más que un guardia civil víctima del terrorismo.
Para mantener esos fastos de legendario sultán Mas sablea a Montoro y a Rajoy, y éstos nos sablean a nosotros: ¡Basta ya, Nunca Ma(i)s, hombre!”.
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